jueves, 31 de diciembre de 2009

"CUENTO DE NAVIDAD", por Ducks Chickens

Aquella noche era como todas las noches iguales: hacía frío, fresco, normal para la época y simplemente qué más da cómo hiciera, el caso es estar todo el día hablando del tiempo, quejándose de la lluvia, del viento o de los charcos y de paso atacar al alcalde porque no pavimentó bien el paseo y las losetas saltan a nuestro paso. Pues si quieres, sube a casa, a ver cómo tienes tú el suelo, que da asco, hace más de un mes que no pasas el aspirador, hay que ser vago, que te regalaron uno de esos que barren solos y luego se acurrucan en un rincón como un perrillo, pero ni por esas, que eres incapaz de enchufarlo, bueno, ni de sacarlo de la caja, si es que sabes dónde lo guardaste. Y tiene bemoles que luego vayas despotricando porque la gente escupe en la acera, y los perros hacen caca, coño, si quieres se la guardan en las tripas hasta que revienten. No digo que no puedas quejarte, pero una cosa es eso y otra estar todo el día como una mosca, zumbando, que si no hay derecho, que menuda vergüenza. Mira, una cosa bien clarita te digo: como sigas así no te va a aguantar ni tu padre, que tienes cuarenta años más de los cuarenta que tienes. Scrooge a tu lado era un bendito y mira que hasta Bell lo plantó. Pero es que a ti te habría dejado hasta la mismísima Madre Teresa.

Bueno, hacía una noche de perros, pero de perros callejeros y pulgosos, que dan más ascazo. Pero me dio lo mismo. Cené lo que me pusieron sin rechistar, que era gratis y tampoco estaba tan mal. Si acaso un poco saladillo, pero para eso me bebí botella y media de tinto. Alegría, alegría, que es Nochebuena, ah, no, que ya es Nochevieja, qué más da. El caso es ponerse morado y bien contento de haber pasado un año más, de la manera que sea, que un año son doce meses, doce causas, doce sueldos (y las extras prorrateadas), doce pagos de la hipoteca, otros doce del coche, y doce hombres sin piedad.
¿Qué hago cenando con unos calzoncillos rojos, que me están taladrando la entrepierna? ¿Cómo coño ha ido a parar mi alianza al fondo de la copa de cava? ¿Por qué mi cuñada me busca el morro, "un día es un día", dice? Pues si llega a ser una noche, me mete en un lío. Por cierto, no besa mal, pero lo de la lengua lo veo innnecesario e incluso arriesgado para las fechas que corren (con la cantidad de cosas que se quedan entre las muelas), y su hermana achispada está enseñando el suje... a los otros cuñados. ¿Será un mal genético? Por Dios, que no lo sea, o que alguien le quite la copa a mi suegra.

lunes, 21 de diciembre de 2009

LA JOYA DEL NEOMOZÁRABE

Corría una mañana de 1968 o 69, y corrían a la par las entonces cristalinas y crecidas aguas del Esgueva. A la par que las aguas, corría atontadamente yo (el atolondramiento en el correr siempre me fue algo muy propio, y aún lo sigue siendo). La humedad, el barrillo y la arena acumulada en las márgenes de cemento facilitaron mi inmersión, cual inopinado bautismo. La intuición, esa ciencia infusa con la que nacemos los seres indefensos, me hizo pedir socorro, e incluso creo que exclamar "que me ahogo". No hubo caso, porque mi hermano y un amigo se encargaron de sacarme del Jordán y llevarme de vuelta a casa, donde mi madre nos abroncó (demasiado poco) y me puso ropa de una de mis hermanas (demasiado cruel). En un aparte, me pidió que no contase una palabra a mi padre cuando llegase del trabajo, cosa que respeté hasta que muchos años más tarde, paseando con él por la orilla del río que me vio renacer, le conté la aventura. Se limitó a decir: "Cómo es tu madre".

Y en efecto, mi madre es como la iglesia de su pueblo: impactante en su sencillez, desprovista de adornos pero a la vez catedralicia con las pequeñas ermitas que somos sus hijos, (los hijos políticos también lo son en la Seo Cipriana), y también sus nietos.

Con paciencia me enseñó a pochar cuando se llamaba sofreir, entre bailes y cantos regionales, sobre todo jotas castellanas, en la cocina de casa, muertos de la risa. Y a hacer masa para croquetas, guisar carne con alcachofas, pollo con verduras, lentejas y más platos básicos de la dieta mediterránea. Remedábamos el programa de Elena Santonja, "Con las manos en la masa", y como ella nos parecía un poco petarda, imitábamos sus chistes malos, las entrevistas de perfil bajo (se notaba que era la esposa del productor del programa, Jaime de Armiñán) y hacíamos la comida como dos chiflados. Luego Arguiñano nos superó, pero sólo en la chifladura.
Todo lo que sé de hacer comiditas se basa en lo que aprendí entonces. Y muchas cosas de las que sé, (de lo que no es hacer comiditas), también se las debo. Así que se lo voy pagando en abrazos los miércoles. Me harán falta muchos miércoles aún para saldar mi deuda. Y en eso confío.

domingo, 20 de diciembre de 2009

MI MADRE, CIPRIANA, TRISÍLABO HAGIOGRÁFICO. POR VARIOS MOTIVOS.


Si alguien no se ha quedado de piedra ante la belleza serena de mi madre (que si hubiera sido actriz tendría más fans que la mayoría), paso a versar (o prosar) sus méritos. El post anterior sólo era el prefacio, pero mi madre necesita, requiere, merece más, mucho más, todo más. Y eso será en el siguiente texto.

LA SEÑÁ CIPRI, LA RÁPIDA

Dice mi madre que nací solo, sin médico de guardia a la vista, lo cual no me choca en absoluto, porque si hay alguien enemigo de lo superfluo (no me extrañaría que a estas horas algún pedante hubiese acuñado el término "hiperfluo"), ese es mi madre (el enemigo, digo). Así que imagino que le parecería que a las siete de la mañana de un uno de marzo presumiblemente ventoso, (y ya se sabe que la tierra solo pertenece al viento, como dicen que dijo un indio, que no era indio por el error de Colón, sino pielroja, o amerindio, minoría étnica acá, mayoría antaño, esto de argumentarlo todo no tiene límite... ah, y polvo somos, o sea tierra, y al polvo volveremos, "pulvis et nullis") no era cosa de ponerse pesada en el parto y me dio a luz a la velocidad de la luz, quod erat demonstrandum. He llegado a pensar en ocasiones depresivas que mi alumbramiento fue un presagio de mi vida, por lo que acabo de confesar, pero en momentos más lúcidos tiendo a mostrarme más justo y equitativo en el reparto de tareas no domésticas. Aunque me bandeé bastante bien solo, y hasta diría que fui un pionero en el arte del manejo propio (léase "me he vuelto loco en la mili" hasta que no pude fingir más), es de justicia (no del ministerio, que estoy hablando en serio) reconocer méritos ajenos. Si mi madre me parió sin protestas ni demora (como ha hecho todo a lo largo de su vida) fue por no dar espectáculo (del latín spectare, mirar, y del castellano, trasero) ni poner más nervioso a quien venía con nervios de serie, o sea, mi padre. He aquí su primer servicio comunitario, por cuanto hoy mismo podría interponer denuncia ante la autoridad por negligencia médica, cosa que no sucedió porque mi adorada progenitora desconocía la ley pero conocía las "mores" y el sentido común. Y más aún, otro servicio de solidaridad: "si soy capaz de parir sola, ¿para qué coño necesito a un médico, con la de madres histéricas que habrá, y las que quedan por venir?". Sea lo que fuere lo que pasó por su cabeza, aquí estoy, vivo y cabeceando.

lunes, 14 de diciembre de 2009

¿A QUIÉN LEEMOS CUANDO LEEMOS A ALGUIEN?

Una costumbre muy arraigada en los columnistas es la de citar con frecuencia frases célebres (a veces poco, francamente) de autores conocidos. Por lo visto y leído, eso da muestra de la vasta cultura que uno posee y de paso ocupa líneas, lo cual en días de poca miga se agradece. Lo que aún no acabo de entender es por qué uno cita constantemente a Valle Inclán, (me viene un columnista a la cabeza...), o a Churchill, Shakespeare o vete a saber quién. Sería mucho más fácil dejar la reseña al principio del texto, y que cada quién eche un vistazo. Porque si yo quiero leer a Galdós, no compro un periódico en el que Fulano de Tal lo menciona, sino que voy a la librería y me pido los Episidios Nacionales o Fortunata y Jacinta. Cuando leo a Fulano es porque quiero saber lo que opina él, no lo que dice que opinaba Faulkner de lo que le han mandado a Fulano que opine. Y como recurso estilístico o literario, eso de hacerse el culto porque uno ha leído a Joyce en inglés de Dublín me parece penosamente pedante. Y más cuando no he podido leer a Joyce ni en las magníficas traducciones de Dámaso Alonso. O quizá precisamente por eso.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

40 EUROS HORA, O FRACCIÓN

Hace semanas, mi lavadora se estropeó, justo cuando centrifugaba mis prendas delicadas: los calzoncillos de Burger King, que yo llamo así a los Calvin Klein de mercadillo. El caso es que el tambor no se dejaba abrir, por lo que tuve que llamar al servicio técnico, preocupado de antemano por la factura que me iban a endilgar y acaso por la vergüenza de exhibir mis ropas íntimas a la vista de un operario a sueldo. Cuatro días y dos horas más tarde de lo anunciado, apareció en mi casa un ser, al que podríamos calificar de homínido, que tras presentarse con un "nastardes, del servicio trénico", mancilló mi cocina con las huellas de sus botas de goma UNE/ISO 300, homologadas contra descargas eléctricas, mi lavadora con las huellas de sus dedos, así como mis slips, que tuve que lavar de nuevo tras su liberación, que se produjo después de dos minutos de lucha desigual entre el cierre del tambor y uno de mis cuchillos irrompibles VICTORINOX, que resultó desmanganillado, o más exactamente desmangado, por cuanto el mango salió disparado por la ventana del patio de luces justo al tiempo de que el tambor se abriese. Su afán mancillador o mancillante no se detuvo ahí, pues me largó una factura que sin desglosar era hiriente, pero desglosada era aún más insultante:
SALIDA: 35 EUROS
MANO DE OBRA: 40 EUROS POR HORA.
MATERIALES: 0 EUROS.
SUVTOTAL: 75 EUROS.
IBA 16 %: 14 EUROS.
TOTAL: 90 EUROS.
Estudié detenidamente el papel que me dejó sobre la mesa, con su mano derecha extendida en espera del cobro, y la izquierda en el pomo de la puerta, para apremiarme en el pago. Respiré lentamente, uno, dos, tres, inspirar, espirar... como mandan los cánones del autocontrol, le miré a los ojos desplazándome un paso, pues él miraba a un punto infinito, y le dije despacio, muy despacio:
-¿Le apetece tomar algo?
Mi oferta le descolocó, noté que dudaba, pero fue tajante:
-No bebo estando de servicio.
Sin duda aquel era uno de esos hombres de verdad que entienden que tomar algo no puede ser otra cosa que consumir alcohol. Para sacarle de su error, le dije:
-No le he ofrecido cerveza ni coñac, puede usted tomar un refresco, o agua.
-Vale, pues agua.
Mientras buscaba el vaso, le pregunté:
-¿La quiere del grifo, mineral o carbónica?
-Fresca si puede ser.
-¿Fresca del grifo, fresca mineral o fresca carbónica?
Noté que se tensaba, pero le miré de nuevo a los ojos y respondió.
-Mineral.
Abrí el frigorífico, busqué la botella y le serví un vaso generoso. Bebió como si hubiese estado trabajando durante horas en un horno, y dejó el vaso de mala manera en mi fregadero.
-Son 90 euros, -insistió-.
En ese momento, un repentino acaloramiento me invadió la cabeza, así que respiré de nuevo, uno, dos, tres, hasta cuatro, mejor cinco... por si acaso, y le espeté.
-¿Puedo revisar la factura?
-Desde luego, pero está bien.
Miré de nuevo, concepto por concepto, y empecé mi alegato:
-Perdone, ¿dónde tienen ustedes la oficina del servicio "trénico"?
-En el polígono de Argales.
-Así que cobran ustedes el trayecto desde allí, ¿no es eso?
-Si me va usted a decir que 35 euros es más de lo que gasto, le diré que hacemos una media, para que los de los barrios periféricos no paguen más que los del centro.
Sorprendido por aquel afán igualitario, en un ejercicio de socialismo sin precedentes, que suponía que los del centro teníamos que pagar parte del desplazamiento a los que vivían lejos, proseguí con mi estrategia.
-¿Y venía usted de la oficina?
-No señor, venía de aquí al lado. Ya me hago yo la ruta para tardar menos... y atender mejor a los clientes- remató, como en un alarde de inteligencia y profesionalidad.
-Por lo visto, en los últimos cuatro días y dos horas nadie de por aquí ha sufrido averías...
-Pues será que no.
-O sea, que... ¿usted cobra 35 euros de salida de la oficina aunque sólo salga una vez por la mañana y otra por la tarde?
-Mire, los precios los marca el "encargao", yo sólo arreglo y cobro.
-De acuerdo. Pese a todo, la factura está mal. El 16 por ciento de 75 euros no son 14, sino 12. Y la suma de 75 más 14 no son 90, sino 89. Como son dos euros menos, le debo 87.
Se rascó la cabeza, con gesto de dudar de su hasta el momento infalible método de aplicación del IVA, que para él era con B. Garabateó la modificación y volvió a darme el papelito.
-Son 87, por favor. Tengo que irme.
-No se preocupe. Ah, hay otro error: ha puesto usted cero euros de material, pero el cuchillo que ha roto me costó como 20 euros, espero que me los pague. Y por cierto, ¿cómo es que ha estado usted exactamente cinco minutos forcejeando con el tambor de mi lavadora, y me cobra 40 euros?
-No se cobran fracciones, sólo por horas enteras.
-Es decir, que ¿yo he pagado por su trabajo durante 60 minutos?
-Eso es.
-Pues con vaso de agua y discusión, no lleva usted en mi casa ni un cuarto de hora. Así que haga el favor de sentarse, que he pagado por su compañía hasta las siete menos cinco de la tarde.
-Oiga, usted no paga por mi compañía, sólo por mi trabajo.
-Tiene usted razón, así que coja este trapo y límpieme la lavadora de arriba abajo, sin dejar ni una huella. Y luego el suelo, y los calzoncillos que ha manchado de grasa. Puede usar mi lavadora para eso, que ya funciona, supongo. Como no hay gasto de material y el trapo lo pongo yo, estará incluido en los 40 euros de mano de obra.
El hombre se puso entre nervioso y un pelín violento.
-Si no me deja salir ahora mismo, llamaré a la policía y le denunciaré por secuestro.
-Espere, ya los llamo yo. Le voy a denunciar a usted por allanamiento de morada: entró en mi casa sin mostrarme su acreditación.
-Si no se quita de ahí, le sacudo un tortazo de los gordos.
-Será una prueba más de su delito: allanamiento y agresión.
El hombre, que ya era hombrecillo, se quedó mudo, y sólo acertó a decir:
-Ya le mandaremos al cobrador del frac.
Y salió a escape.
Respiré profundísimamente, pensando que me había librado de algo, quizá del bofetón o de una paliza, pero satisfecho por no haberme dejado estafar. Miré la factura, me serví una cerveza y me puse a calcular, por si venía el del frac algún día, como sucedió una semana después. El cobrador se presentó en mi casa con su uniforme, y me extendió su mano con una copia de la factura, y los 87 euros famosos. Busqué entre mis papeles, y le di mi factura, con los cambios pertinentes: había descontado los 20 euros de mi cuchillo, y calculé que veinte minutos de mano de obra serían como 13,33, por lo que redondeé a 14. Incluí muy detalladamente los centilitros de detergente que tuve que usar para lavar de nuevo los calzoncillos, el gasto de agua estimado, el consumo eléctrico, así como deduje de los 35 euros de salida los que realmente habría gastado que no serían más de 2. En total me salían aproximadamente 7 euros a mi favor. Para darle más enjundia, grapé a la factura el resguardo que me habían dado en la oficina de consumo donde presenté la denuncia, y la tarjeta de un amigo mío que es abogado, por si querían contactar con él.
Y hasta la fecha.

viernes, 27 de noviembre de 2009

BLOGUEROS PROFESIONALES, "GUADERNEROS" AFICIONADOS


Cuando veo la fecha de mi última contribución al blog, me entra una sensación de vagancia que sólo puedo combatir escribiendo. En esos momentos me acuerdo de todos los blogueros que en el mundo son, con su obligada columna semanal o quincenal, y entiendo que a veces no digan nada reseñable, en lo que se convierte en manual de estilo (o falta del mismo), o simple ejercicio de redacción. Sin embargo me gustaría sentir la presión de la prisa, (la llamaré "prisión") por comprobar si me serviría como acicate o ahondaría aún más en mi falta de ideas preprogramadas o de las otras. Es decir, que cuento algo cuando tengo algo que contar, cuando me lo pide el cuerpo, el alma o la cabeza. En una de esas frases atribuidas a docenas de artistas, "la inspiración existe, pero te tiene que pillar trabajando", se supone que trabajando en ello, porque a mí me vienen ideas u ocurrencias justo cuando estoy trabajando en otras cosas, y así no hay forma. Suelo llevar un cuaderno, no de bitácora, porque no se diseñan abrigos con bolsos tan grandes, en el que apunto mis deberes diarios, citas citables, célebres o recordables y frases de las que tirar cuando hay carestía, a modo de nevera donde los gérmenes no nocivos se conserven y los malos pierdan fuerza. De ese modo, con la perspectiva de horas o días, uso, desecho o reciclo. Y hoy tocaba reciclar, como se ha visto.

jueves, 19 de noviembre de 2009

A QUIEN LE IMPORTE


De verdad, hace días que leo lo del pálpito y me da coraje no poderlo dar por superado. Y hoy que me veía con ganas, resulta que tengo las pupilas dilatadas y no puedo escribir casi, que veo las teclas medio borrosas. Aunque total, ¿a quién le importa lo que escribo aquí?


Mejor cuelgo una foto. El amor es tan bonito, aunque sea entre escarabajos...
Y venga, que parece que veo un poco mejor, así que voy a explayarme (en todas las acepciones del verbo, que acabo de comprobar que son más de las que pensaba).
La semana pasada empezamos la grabación de un Cd, cuyos beneficios destinaremos a ASPACE, me suena haber hablado antes del proyecto, pero merece que lo mencione de nuevo. Mi zanfonero de cabecera me invitó a participar altruistamente, y me enfrasqué en componer una nana para trío de lunáticos (el propio zanfonero, un oboista y el que suscribe). Por si la oportunidad de hacer algo por los críos y no tan críos afectados por la parálisis ceerebral no fuese estímulo más que suficiente, de regalo compartiré disco con músicos de los buenos, o sea, de los que no venden discos a millares, "ni falta que les importa", como decía un amigo de mi juventud, sino de los que hacen música, que son los menos. Cuando disponga de la lista de participantes la haré pública, así como la foma de adquirir el CD.

domingo, 8 de noviembre de 2009

PÁLPITOS

Noto un sabor raro en las encías. No tiene que ver con nada físico, más bien lo asocio a la inminencia de algo que está a punto de suceder, o que acaso ya ha empezado a brotar inesperadamente. Estas percepciones me son familiares, y heredadas por línea materna. Mi componente femenino ha burlado la genética, y parece que me he hecho con esa habilidad extrasensorial que me permite adelantarme a algunas situaciones antes de que se produzcan, o saber de ellas antes de que me las comuniquen por teléfono. No es que siempre me entere de todo, pero de vez en cuando salta la alarma.

viernes, 30 de octubre de 2009


Llevo varios días sin palabras, mirando la foto de la paloma, como perdida ella, como perdido yo. El tabaco está pasando de mí, ni siquiera me tienta. Mis dolores remiten y me siento como un coche recién pasada la ITV. Sin embargo mi estómago runrunea (el ronroneo es de gatos y mi estómago es más bien perro), porque me conoce desde pequeño y detecta todas mis carencias, querencias y malquerencias. Y lo que me dice no se arregla en el médico del cuerpo (al del alma ya fui). Una vez reparado el chasis y repintada la carrocería, es hora del retoque fino, el que más miedo me da.

martes, 13 de octubre de 2009

IDIOMAS MORIBUNDOS

Leí hace unos días que los leonesistas tratan de recuperar el leonés, llionés en llionés, que es como se llama al leonés en ese idioma (no me atrevo a denominarlo dialecto por lo que pueda caer desde más allá del límite noroccidental de mi provincia). La cosa es que no se pueden perder las señas de identidad, y de paso encontrar otro hecho diferencial que nos una aún más en la lucha por ser diferentes. Bien me parece (tanto da si fuese al contrario) que nos esforcemos por conservar lo conservable, más dudoso encuentro recuperar lo extinto, una vez que se haya demostrado su inutilidad. En cualquier caso, se me ocurre una solución que definitivamente resolverá el asunto-problema que tanto nos acucia: recuperemos el primigenio lenguaje del hombre, que es común a todos, lo cual permitirá de una vez que cada cual se sienta orgulloso de sus raíces, que son las de todos, sin renunciar a su uso por la razón que sea. Por otro lado, considero que volver a la "lengua" general nos resultará tarea sencilla, por cuanto cada vez nos acercamos más a ella, desde nuestro empeño en cortar, omitir, superponer, abreviar todo lo que no sirve para la causa baladí de entenderse, que da igual Valladolid que Bayadolí (Bolí sin tardar), Cádiz que Cai y "que el casco es mío" por "cahcomío", excepción hecha de España, que lejos de abreviarse por lógica fonética a Paña ha pasado a denominarse "el estado de los estados del territorio estatal", "la madre política de las comunidades autónomas" y algunas maravillas léxicas que no cito por pudor.
Resumiendo, que ya toca, he aquí la solución: queridos míos, en aras del progreso, de la recuperación de la historia y de la unidad de los desunidos, recuperemos la lengua de nuestros antepasados muy pasados, incluso caducados: el gruñido.

lunes, 5 de octubre de 2009

DEJANDO DE FUMAR, II

Para ponerme a prueba sin querer, el viernes pasado me llamó mi sobrino el mayor.
-Te debo la cena de lo de empezar a currar. ¿Quedamos hoy?
(Es una tradición familiar que él ha iniciado, consecuencia de otra que institucionalicé yo hace 7 años).
-De acuerdo.
Nos vemos, cenamos juntos y el chupito me trae mis primeros fantasmas. Sentencio el postre con un puro de tamaño boda: Vegafina corona. Dos copas más tarde me entra el segundo arreón de ansiedad y ya de vuelta paso por el único bar que tiene cava y me compro otro igual, que me dura hasta llegar a casa, aunque lo apago en el taxi y lo enciendo después.
Las pastillas mágicas son más bien una caja de sorpresas: hoy me duele la cabeza, mañana tengo náuseas, pasado mareo... antes de acabar el tratamiento espero sentir alucinaciones y algún orgasmo, (que viene a ser lo mismo) aunque no lo he visto en los efectos secundarios.

martes, 29 de septiembre de 2009

DEJAR DE FUMAR, I

Pues no me aguanto las ganas de contarlo, pero lo haré por capítulos, o mejor aún, a modo de diario.
Jueves, 24 de septiembre de 2009, 6.50 a. m.
He pasado mala noche, durmiendo a ratitos. Los nervios de la primera cita siguen cebándose conmigo, ya sea la primera de un noviazgo o con un traumatólogo. En este caso que me procupa en general, y me ocupa el estómago en particular, me veré a las 8.00 con un neumólogo, con el objetivo de abandonar el tabaco, a ser posible en paradero desconocido para no volver a encontrarlo.
Me recibe puntualmente, tan puntualmente como he podido llegar a causa del tráfico que se genera alrededor de los organismos oficiales por la presencia masiva de automóviles idem. Dos minutos de retraso.
Me saluda tuteándome, cosa que no me importa, supongo que los médicos del ánimo querrán ganarse la confianza del paciente/impaciente. Me pregunta si estoy decidido a dejar el feo hábito de fumar, que ensucia los dientes, los pulmones, la lengua, las amígdalas, las cortinas del salón y la tapicería del sofá. Ante tal despliegue de agravantes, respondo como ante el cura en caso de matrimonio (otro hábito poco saludable): "Sí, estoy dispuesto". Implicado hasta los bronquios pues, comienza la terapia:
Pone ante mis narices un bote (como de un kg de pepinillos pero sin pepinillos) lleno de algo parecido a aceite de cárter.
-¿Sabes qué es esto? La cantidad de alquitrán que acumulan tus pulmones fumando veinte cigarrillos al día durante un año.
Pienso que podrían haberme instalado ese bote para guardar la porquería y cambiarlo cada año. En la tripa sería buen sitio, hay espacio de sobra. Pero no lo digo, para que el galeno no me tome a chufla antes de tiempo.
-Cuando dejes de fumar tu vida será perfecta, pero no te apetecerá hacer el amor con mujeres que fuman, así que díselo a tu esposa.
(¿Quién le ha dicho a este que a mí me importe si mi esposa fuma, o que me apetezca hacer el amor con ella?)
-Puedes fumar tabaco negro, fuera de casa, pero no aceptar si te ofrecen, ni pedir. Sólo lo que tú compres. No puedes llevar mechero, así que tendrás que pedir fuego. (¿Ahora mi dirá que pariré hijos con el dolor de mi vientre, ganaré el pan con el sudor de mi frente, y me arrastraré como una serpiente?) El día 5 de octubre vuelves a verme, con esta hojita. En ella escribirás todos los cigarrillos que has fumado, pero cada día, como poco, uno menos. Ciao.
Salgo a la calle después de tomar la pastilla inmuno-depresora-anti-traumática-pre-mortem. Busco una frutería para comprar puerros, que esos no están prohibidos.

lunes, 28 de septiembre de 2009

DEJAR DE FUMAR

Cuando acabe de dejarlo os lo cuento.

jueves, 17 de septiembre de 2009

MÁS FERIAS, DE AYER Y HOY.

De cuando el Real de la feria se instalaba en la Rubia, que pasó de ser un descampado a avenida principal, prolongación del Paseo de Zorrilla, recuerdo las atracciones que siempre se anunciaban como las más emocionantes y modernas. Cuesta creer que los caballitos tuviesen tanta afluencia de público, incluso de cierta edad, cuando hoy no son más que una especie de guardería mientras se hace cola para el Ala Delta, del que sé por mi hija que te sube la "andrina". Subir y bajar dos veces cada cinco segundos a lomos de un alazán era por entonces lo más excitante que se podía hacer en la feria, junto a chocar sin airbag contra un coche eléctrico o vomitar en la noria. La primera vez que vi la montaña rusa, pobre remedo de las que salían en las películas americanas, me pareció sólo apta para deportistas de riesgo. Con el correr de los años, la montaña parecía más monte, y no rusa, como mucho báltica, por no quedarme más acá.
De aquellas atracciones de feria provinciana pasamos a los mega-parques capitalinos, sembrados de Montañas que rozan las nubes; ascensores que parecen romperse y te dejan caer de golpe pero sin golpe final, a Dios gracias; misiles, sacudidores, tirachinas gigantes, y multitud de ingeniosos ingenios de la ingeniería, para poner a prueba el estómago sin tomar Primperán.
"La india en cueros" proclamaba pomposa una voz, invitando a los mayores a lo que resultaba ser un documental sobre la India en lugar de una mujer desnuda, que en los 70 tenía más gancho que Cassius Clay. "Los churros más pequeños del mundo", gritaba mi amigo Nacho, ganándose la enemistad de los churreros, que no entendían su humor. Hoy los churros son más largos, pero salen más caros, por culpa del euro, como casi todo.
Pese a los esfuerzos de los feriantes por conquistarme año tras año, y por no sufrir la vergüenza de trotar a lomos de un Furia jubilado, me he hecho adicto a un clásico que marea tanto o más que los artilugios más sofisticados y quasi asesinos, y que se disfruta a ras de suelo: tres vinos de Cariñena, con su rulo de toda la vida empapado, y a casa con la sensación de que el mundo da vueltas. Nunca dejaré de ser un clásico.

lunes, 7 de septiembre de 2009

FERIAS, FIESTAS Y CASETAS

Ya estamos en ferias. A veces tengo la sensación de que esto es una feria permanente, pero ya me acusarán algunos de raro, así que no voy a ir por ahí (aunque por donde pienso ir no me librará de parecerlo).
Las calles se inundan de casetas de madera, con ofertón irrechazable: bebida y pincho de ferias: 2´50 euros, a saber, Caña o vino en vaso de plástico más tapa típica, como la sepia y la croqueta, que como todo el mundo sabe, son especies autóctonas de la provincia. Colas y más colas, empujones, fritanga, frito y refrito y creciente calor estomacal, gracias al Viña Ardores, cosecha especial respetuosa con el medio ambiente, (óxido de hidrógeno al 50%).
Treinta euros, siete manchas y cuatro pisotones más tarde, me escabullo entre la muchedumbre, llego a mi bar de barrio y pido un botellín de Voll-Damm y algo de picar, para rellenar los huecos.
-¿Le pongo el pincho de ferias? Tengo pulpo, langostinos, calamares, paella y boquerones.
-No, gracias. Mejor algo típico.
-¿Qué es típico?
-Patatas, que esto es tierra de campos.
-¿Quiere vaso para la cerveza?
-No hace falta. Me la voy a echar directamente en la cabeza.

sábado, 5 de septiembre de 2009

HACE UN SOL QUE RAJA LAS PIEDRAS


Así empezaba un día de pesca, cuando mi padre entraba a las siete de la mañana en mi cuarto, con la mejor de sus sonrisas para convencerme de que acompañarle al río sería lo mejor que podía hacer. Nunca me gustó pescar, quizá porque implicaba madrugar, que es lo que menos soporto de esta vida. A quien madruga... se le quitan horas de sueño, que para un soñador como yo es un crimen. El caso es que de nada servía darme la vuelta, mi padre atacaba por este flanco y volvía a la carga con argumentos de mayor calado: tu madre ha hecho una tortilla muy jugosa. Así que al final me levantaba con malas pulgas y dormitaba en el coche hasta llegar al río, que siempre estaba lejos, porque las truchas, que eran lo que más gustaba pescar a mi padre, siempre escogían aguas frías a más de dos horas de mi cama, que estaba calentita. O los lucios, que tenían más dientes que el ratoncito Pérez, y habitaban más allá de Benavente. Y la cosa no era sentarse a la orilla, qué va, había que caminar toda la mañana, cargado con la cesta, la sacadora y alguna caña de repuesto. Me pasaba como ahora, que me encanta la playa o la montaña o el campo en general, pero para pensar en mis cosas sin horario. A media mañana hacíamos el parón de la tortilla, que siempre se conservaba jugosa entre dos platos atados con servilletas, (aprende, inventor del burdo tapergüer). Y yo miraba la hora de volver, que nunca parecía llegar. Algún extraño campo de atracción sujetaba las manecillas de mi reloj, pese a que en la esfera ponía "antimagnético". Al final el sol dictaba sentencia. Mi padre me comentaba los lances, el del truchón que se le escapó por poco, el del enganchón que le impidió pescar en la mejor hora o el de la lucha sin cuartel con la captura más grande del día. Yo hablaba poco, escuchaba y miraba la carretera, a veces mi padre me dejaba conducir desde mi asiento, con la mano izquierda, para enseñarme a ser mayor. Pese a que lo intentó, y de qué manera, nunca consiguió que me aficionase a la pesca. Pero conservo algunos de sus muchos carretes en mi vitrina de objetos importantes, y en mi memoria sus ojos azules brillando de emoción cuando decía: "ha picado una".

martes, 1 de septiembre de 2009

MÁS AÑOS MARAVILLOSOS



Una vez destapado el velo que cubría mi infancia viajera, afloran más recuerdos.

Uno de los tópicos que solía oír era "aquí se debe de comer bien, porque está lleno de camioneros". Imagino que los años del hambre habían dejado ese sedimento en mi padre, que confundía comer bien con abundantemente, como corresponde a un profesional del volante con más de cuatro ejes a su cargo. Y a fe mía que allí se comía: unas paellas "recién hechas" que si no se salían del plato era porque quedaban firmemente pegadas, que más parecía eso que ahora se llama risotto; filetes con patatas, tan grande el uno como las otras; y flanes caseros, por supuesto, de tamaño familiar. Mi madre, adelantándose a la moda reciente del "take away", o "llévese lo que ha pagado", sin ningún complejo ni mención a que el perro que no teníamos se comería las sobras, pedía que nos hicieran bocadillos para el resto del viaje, o los hacía ella misma con la media hectárea de carne que no habíamos terminado. Mi padre revisaba meticulosamente la cuenta, y tanto daba ajustar los errores a favor o en contra, porque aunque le daba vergüenza llamar al camarero para decirle que nos había metido en la factura una merluza que no había servido, sin contar las muchas pescadillas convertidas en merluzas, (ya se encargaba mi madre de eso), si el error era a su favor, jamás se marchó de un restaurante con la conciencia intranquila. Luego nos daba una charla sobre integridad y ética que bien les vendría a muchos de nuestros prohombres de hoy.

El viaje proseguía con mi madre atenta a la fauna doméstica ("mira, una vaca, un burro, unos caballos") y mi padre a la salvaje ("un ratón, un zorro, una liebre o un conejo"), que él distinguía sin dudar y a velocidad de crucero.

En el asiento trasero teníamos sitio fijo: mi hermano a la izquierda, yo a su lado, la pequeña en medio, mi hermana mayor a la derecha y mi otra hermana a su lado. De ese modo, los flancos quedaban a salvo y los medianos protegidos. Y sin querer ser machistas, los hombres copábamos el flanco peligroso y las mujeres el otro, el de la cuneta, que se suponía más segura (cualquier paralelismo con la vida política era pura casualidad). Por allí circulaban cuentos, muñecas y juegos de viaje, teniendo en cuenta que sobrepasar la línea del respaldo y el cristal trasero suponía limitar la visibilidad y acarreaba bronca.

Mis hermanos y yo componíamos canciones con letra y música propias, a salvo de injerencias de la SGAE, e incluíamos coreografías que por la estrechez del espacio no pasaban de leves movimientos de manos o brazos. Estaba prohibido golpear los respaldos de los asientos delanteros, sobre todo el de mi padre, que se concentraba mucho en la conducción y no admitía distracciones. Lo bueno es que cada cosa que hacíamos mal iba siempre acompañada de una explicación razonable.

Y entre cánticos, chistes, risas y juegos, pasábamos las horas de carretera en familia. Y entre charlas educativas, claro.

lunes, 31 de agosto de 2009

AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS




Helados nos quedamos mi padre y yo aquella mañana, cuando viniendo por la carretera de Salamanca, escuchamos por Radio Nacional que a partir de no sé qué día, los cinturones de seguridad serían obligatorios. No recuerdo si antes o después también se establecieron los límites de velocidad.

Y me viene eso a la cabeza porque acabo de regresar de un pueblo de Asturias, (que antaño era la provincia de Oviedo), por la Autovía del Cantábrico (mediovía) y la recién estrenada "Cantabria (la provincia de Santander) - Meseta", que por aquellos entonces no era ni un lejano proyecto del MOPU, que pasó a ser el MOPT, o quizá alguna otra sigla indescifrable y hoy es el Ministerio de Fomento. Por lo visto, fomentar en dialecto político viene a ser como "hacer carreteras a medias". Yo propondría el nombre de MFyC, o sea, de fomento y consolidación, para que no queden dudas de que lo que se empieza hay que acabarlo.
La cosa es que, como soy un clásico y además pobre, mi coche no tiene aire acondicionado, excepto el que entra por las ventanillas, cuyas condiciones son las puramente meteorológicas. Y subir o bajar el volumen del cassette o la radio depende del calor, porque a más calor, más volumen, para compensar el ruido que entra a ventanilla bajada.
Creo que si nos hicimos hombres (y mujeres) fue en parte por aquellos viajes en el SEAT 1500, con mis padres delante y mis cuatro hermanos y yo detrás, sin cinturones de seguridad, aguantando curvas sin vomitar, jugando al tres en raya sin magnetizar, y merendando en ruta con cuidado de no ensuciar la tapicería. No existía la ergonomía, pero las apreturas nos impedían ir de lado a lado. Soportábamos el calor y el frío con estoicismo, el único radar que conocíamos era el de la base de Robledo de Chavela, cerca del safari El Quexigal, y mi madre hacía tortillas de las de verdad, con huevos de gallina, que comíamos a veces en un pinar, sobre la manta roja de cuadros que parecía tan obligatoria como hoy lo son los triángulos y los chalecos reflectantes.
Cantábamos "ahora que vamos despacio", porque íbamos despacio sin necesidad de advertencias de la DGT y porque los coches de los 70 raramente pasaban de 150 km/h, que además era el límite para adelantar en autopistas. A alguno le sorprenderá que actualmente no se puedan sobrepasar los 120, con tanto airbag, ABS, frenos cerámicos y la biblia en verso, amén de las carreteras, que siempre tenían curvas aunque fueses de Valladolid a Palencia, pero es que antes no se preocupaban por nuestra salud más que a base de inyecciones cuando cogías la gripe, que con Franco y la UCD daba más fiebre y te dejaba baldado cuatro días en la cama, no como la de ahora, que te tiene atontadillo pero te deja trabajar, aunque sea al ralentí. Curiosamente, los médicos de familia se llamaban de cabecera, cuando la familia era algo fácilmente identificable y hasta perdurable, y ahora que es un batiburrillo de gente entrando y saliendo, los llaman "de familia"... en fin, un lío esto de la "nomenclatura moderna que se ajusta a realidades".
Y para terminar, una frase atemporal, que no entiende de modernidades: ¡Cómo se come en el norte! Y qué fría está el agua, coño.

domingo, 23 de agosto de 2009

LA VUELTA AL COLE...

Si algo me indica la inminencia del regreso al trabajo no es el anuncio de "La vuelta al cole en el Corte Inglés". Por encima de la bajada de temperatura, de días más cortos y otras menudencias, hay algo que cada año se repite y me martillea el cerebro aún embotado por la canícula: las colecciones interminables de los kioskos. El pistoletazo de salida lo marca este año la del Titanic, una recreación a escala del barco insumergible que por mor de un iceberg estacionado en doble fila se convirtió en una suerte de submarino. Hubo una época en que me proponía acompañarme de alguna de esas inversiones, en tiempo y dinero, a lo largo del curso, e incluso de varias y varios (colecciones y cursos). Así completé la de "Obras de la literatura universal", con 100 tomos y otros tantos fascículos, de los que he leído media docena de aquellos y hojeado (u ojeado) algunas páginas de los cinco tomos encuadernados en polipiel que adornan las más nobles estanterías de mi mobiliario. Agotado por la constancia, ir y venir al kiosko a razón de 995 pesetas el viaje, me decidí a probar con el resto de la oferta disponible, que era mucha y variada: Historia del rock and roll, de la ópera, dedales del mundo, construye tu propio Ferrari (que resultó estar a escala, no sé cómo no me di cuenta antes de vender mi Fiat), la pintura es fácil (quizá fuese el gotelé, porque por más que inspeccioné los vídeos, sólo fui capaz de hacer una acuarela paso a paso), premios planeta (pequeño parece ser el mundo a la vista de la poca calidad de las obras galardonadas), dibuja tus comics, cocina creativa (¿una tortilla es creativa por ser francesa?), y un sinfín de idioteces más. Llena la casa de entregas uno y dos, conseguí recrear un ferrari-titanic-con dedales-pintado a mano, y comerme una ensalada creativa mientras leía a Quevedo. En el summum del aprovechamiento, encuaderné churras con merinas, en un par de tomos que titulé pomposamente con estampaciones en oro "Poutpurrí de lo que me sale de los fascículos", en el que Alfredo Kraus alterna con Janis Joplin entre plantas ornamentales. Y ahí están cogiendo polvo.

miércoles, 19 de agosto de 2009

NUEVA SECCIÓN: PALABRAS Y SINÓNIMOS APÓCRIFOS

Palabras y sinónimos apócrifos.

Lupanar:
1.- prostíbulo, casa de citas, club de alterne.
2.- lente de aumento para rectos mínimos.

Lenticular:
1.- que tiene forma de lenteja.
2.- lupanar para sodomitas sin prisa.
3.- lentilla para corregir los defectos de visión del ojo trasero.

Limonero:
1.- árbol frutal del que se obtiene el limón.
2.- vendedor de limones.
3.- en plural, cítricos promiscuos.

lunes, 17 de agosto de 2009

A VUELTAS CON LA SGAE

Después de leer lo de Fuente Obejuna, que yo pensaba que era con "v", no está todo dicho. Agarraos los machos, porque aún hay más.
NUEVO CANON DE LA SGAE SOBRE INTERPRETACIONES PERSONALES Y LIBRES

La Sociedad General de Autores de España, SGAE, en su afán por proteger los derechos de los compositores, ha puesto en marcha su campaña contra la evasión de pagos, con el lema "Atrévete a cantar sin pasar por taquilla". A modo de advertencia, os adelanto algunas de las acciones que, a partir de ahora, serán gravadas (no grabadas, que sobre piratería ya os hablaré más adelante) con su nuevo canon de un euro por tema.

Dormir al niño con nanas y canciones y cuentos tradicionales. En días de fiebre, cumpleaños en Mc Donalds o indigestión de chuches, se calcula que un crío necesita como media docena de nanas o cuentos para dormirse, lo cual acarreará un gasto de 6 euros. Mucho ojito con darle unos azotes, porque si el ritmo se parece al ostinato de "We will rock you" (pum-pum-cha, pum-pum-cha), se lo llevarán los de Queen.

Cantar en la ducha. Este canon tiene la ventaja de que los adictos a la ducha matinal la haremos más corta, con el consiguiente ahorro de agua.

Cantar en la calle, hecho cada vez más frecuente debido a la proliferación de MP3.

Cantar en el coche. Ya veis, esto me pareció bien al principio, pero no, porque yo tenía la secreta esperanza de que los tuneros con coches macarras y músicas más macarras tuvieran que apoquinar, pero he llegado a la conclusión de que tras 10 minutos sometidos al efecto "subwoofer 300 watios" son incapaces para siempre jamás de cantar nada que se parezca a nada, con lo cual se libran del pago.

Cantar en el fútbol u otras manifestaciones deportivas. A partir de ahora, lo del "Ay, ay, ay, ay..." que se corea cuando un jugador del equipo contrario se lesiona, (que ya está registrado) acarreará enormes beneficios al autor de Cielito LIndo.

Manda esto a todos tus amigos: te prometo que no tendrás que pagar canon a la Sgae porque no estoy afiliado, aunque como me acepten la musiquilla de "Hijo de p..., chacha-chachacha" en el registro, me forro.

Consejos: no cantéis nunca más de siete compases de la misma canción, y procurad introducir cositas de vuestra cosecha para despistar, como duduás, muchos beibi-beibi, etc etc.

A mi esposa, la medida de la SGAE no le ha afectado lo más mínimo. Ella canta como canta, así que no habría inspector, musicólogo o juez que fuese capaz de reconocer ninguna melodía que salga de su boca. Es más, a veces salen de su boca cosas que me hacen dudar de que sea la mujer con la que me casé.

No caigáis en la tentación de cantar cosas ramplonas repitiendo hasta la náusea, por ejemplo, una o dos palabras sobre una melodía sencilla: eso lo tiene registrado Pau Donés, el de Jarabe de Palo.

Os aconsejo que os compréis el CD "El suéter de Claudia" de Germán Díaz: es imposible reproducir sus melodías (incluso para el propio Germán) de memoria, y así no hay forma de que la SGAE os pille.

PD.- No me extraña que a Teddy Bautista le dieran, cuando hizo Jesucristo Superstar en 1975 con Camilo Sesto, el papel de Judas Iscariote: para ser malo y pesetero no necesitó tirar de método Stanislavsky. Vamos, que lo traía de serie.

viernes, 14 de agosto de 2009

CAMBRIDGE Y OTRAS HIERBAS BRITÁNICAS, COMO EL TÉ




Pidiendo perdón por anticipado por la ausencia de tildes, que sustituiré por apóstrofes hasta mi vuelta a casa, comienzo este relato épico.


Quince días dan, según dónde y cómo, para mucho o para nada. En este caso que me ocupa, para más que mucho.


Pensaba yo, en mi inocencia cuarentañera, que dejaría de fumar. Bueno, algo he conseguido: casi he dejado de comprar tabaco, menudos precios, aquí sale carísimo enfermar de todo lo que pone en las cajetillas, con texto por delante y fotos por detrás, para que sepas que, aparte de la enfermedad misma, morirás en la indigencia. Eso son medidas coercitivas...


Los castellanos y leoneses del CLIL 2 fuimos confinados a un curso sin extranjeros, quizá para no contaminarlos o como castigo para el profesor, en este caso profesora, por haberse portado mal a lo largo del año. Ni siquiera nos dieron el título al finalizar, porque la JCYL tiene que supervisar la memoria final, no sea que nos hayamos pirado las clases.


Para los no iniciados, CLIL significa algo así como "Dar clases de cosas que no sean la de inglés en inglés". Lo del bilingüismo y tal, vamos.


Os diré que la vida en Cambridge resulta agradable si te concentras en esquivar a los turistas, los ciclistas y los estudiantes que te invitan (luego cobran) amablemente a hacer punting, que es como ir en góndola, pero por el Cam river, con más tráfico que la M.40 en hora punta. Como son chavalitos majetes y futuros lords o sirs británicos, no entienden de regateo, así que es fácil embaucarlos con artimañas hispanas para conseguir rebajas.


Los horarios en UK son estrictos, y aunque confunden la comida con el almuerzo y la cena con la merienda, y para colmo no hay cena, porque ya te dieron de merendar aunque no tuvieras hambre, la cosa se lleva medianamente bien si tienes un estómago a prueba de bombas, que yo no pero casi (pero casi reviento), y comes cuando te sirven y no cuando te apetece. A poco observador que uno sea, se da cuenta de que la carne de ternera del lunch (léase "lanch") se convierte en lasagna en el dinner (léase dina), y las verduras de guarnición en lasagna vegetal. Creo que tiene que ver algo con la evolución de las especies que enunció Darwin, que además era de por aquí y se le respeta mucho, como a Stephen Hawkings, que es como una leyenda urbana, porque todo el mundo sabe dónde vive, pero nadie lo ha visto.


El humor inglés es una especie de juego de palabras que sólo entienden ellos, los british, pero te acabas acostumbrando a reirte por cortesía y sin ganas. De hecho, mis profesores me felicitaron por lo rápido que aprendí a reirme de sus jokes (léase youks) para quedar bien. Incluso me permití ponerme a su altura, inventando sobre la marcha un chiste sobre la becaria de Clinton, a la que llamé, en un alarde de ingenio británico, Monica Blowinsky.


Aparte de las clases en sí (menos una de canciones infantiles, que fue en do), había muchas actividades interesantísimas, como "¿tienen sentido del humor los ingleses?" y más, que me han dicho que estuvieron bien, pero desde el pub no se oía con nitidez, cosas de la acústica, que es muy mala por el exceso de humedad. Por cierto, eso es algo fantástico, porque los parques y jardines se cuidan solos, no como en mi tierra, que hay que regarlos todo el día y encima no te dejan sentarte. En eso los ingleses son más prácticos, y en cuanto sale el sol, aunque sea a 5 bajo cero, se quedan en tirantes y se echan en el verde.


Lo pasé de fábula en el workshop de danzas antiguas, dando paseos y pasitos. La profe me caló enseguida, porque me hizo su ayudante para darle realce al asunto de los "promenades".


Mi grupo de trabajo era variopinto, con mayoría de pucelan@s, y representación de todas las provincias de la comunidad, excepto Soria, que por lo que se ve, existe pero lejos. Incluso había una de Ponferrada, que para los que no lo sepáis, tiene su propio microclima (no mi amiga, que supongo que como todos, sino su pueblo).


Al salir al recreo, cada hora y media, nos dejaban interrelacionarnos con la demás fauna, compuesta por algunos otros de CYL, un grupo numeroso de catalanes, maños, andaluces, valencianos y mallorquines. De allende las fronteras patrias, había representación de Argentina, (magnífica la elección, Gabriela dejó el patrimonio bien alto), Alemania, Irán, Egipto, Holanda, (bella Lieneke, a la par que simpática), y en el comedor también podíamos hablar obligatoriamente en inglés (jajajajaja).


Capítulo aparte merecen los pubs, en los que no se puede fumar, aunque algunos disponen de patios para viciosos, donde puedes poner a prueba tus pulmones, con humo y frío a partes desiguales. Eso sí, beber, hasta que revientes. Guinness es una sabia elección, a golpes de pinta, que además alimenta una barbaridad y se agradece para que las tripas no rujan desde que haces la digestión de la cena hasta la mañana siguiente, que son muchas horas.


Ah, que mis compañeros de curso merecen que los cite, me han aguantado estoicamente, pero digo yo que algo les habré aportado, aunque sólo sean risas, así que va por vosotros, Susana, Marta, Mar, María José, Alejandra, Andrés, Rebeca, JuanGa, Enrique, Pedro, Elena y la sufridora Francoise, que nos aguantó e incluso se atrevió a llevarnos sin bozal a un jardín muy chic, a tomar el tea, (léase ti).


Por aquí aparecieron María, Berta, Waldeska, Carmen, Noelia, Belén, Cristina, Ángel (que no es un hombre ni nada parecido), Bárbara, Olga, Camino, Tomás, Santiago, Lola, Irina (metro ochenta largo de rusa sonriente), Ana y Gemma, José (léase Jose), Laura, Lavinia, Miriam y hasta dos camareros que son españoles y bien majetes. Gracias por aguantarme.


Dentro de dos horas y media tendremos la fiesta de fin de curso, con sangría a dos libras el vaso, que se va a beber otro que no soy yo, porque he probado un vino australiano a mediodía que asustaba de bueno y además, siempre me quedará mi guinness...
PD.- Ya estoy en casa, y he corregido las tildes.

viernes, 31 de julio de 2009

ALGO HABRÁ QUE COMER...

Como quiera que salió el asunto del cocinismo sala, el deporte de moda, me ha dado la real gana (o gana republicana, que nadie venga a tocar los huevos) de escribir sobre gastronomía, que no sólo de alcohol vive el hombre. Por tanto, os facilito algo facilito: huevos facilitos, perdón, fritos. Se cogen tantos huevos como uno quiera poner en el plato, a saber: si uno, uno; si dos, pues dos, y así sucesivamente. Téngase en cuenta que dos de gallina abultan como 6 de codorniz, y la cuarta parte de avestruz, aproximadamente, dato que conviene tener en cuenta. Se limpian de impurezas los huevos, antes de cascarlos, para eliminar riesgo de contagio por "salmonella", que no es un pez transexual, sino una cagalera asesina. Se pone aceite de oliva, (que es nombre fino de las aceitunas exprimidas), abundantemente, en una sartén (que en inglés se llama "pan", no así al pan, que en inglés no se llama "sarten", sino "bread", cosas de los idiomas). Se calienta el aceite hasta que empiece a echar humo, pero no a quemarse (hay bastante diferencia). Se casca el huevo (de uno en uno, para manejarlos mejor), y se pone cuidadosamente en la sartén (no es extraño que los huevos en la sartén "sarten", incluso brinquen). Se añade sal "al gusto", que no es una marca comercial, sino una cantidad que te guste, aproximadamente lo que viene siendo lo que quepa entre los dedos pulgar e índice, acaso un poco el medio, tambien llamado corazón (de ahí la frase ¿Qué me haces, corazón?, de uso frecuente en últimas filas de cine). A esa cantidad se le llama familiarmente "pizca". Repártase la tal pizca como en una proporción de dos tercios en la yema (lo amarillo) y un tercio (no de Flandes, ya trataremos los "flandes" en la sección postres) en la clara, que como su nombre indica, es más clara, tirando a blanca del todo. Salpicar el huevo por encima con una espumadera, o especie de raqueta metálica (no chaqueta metálica, que es una película), hasta que la yema se endurezca ligeramente. Contad como 10 veces, 9 los canarios, de salpicaduras, a razón de dos por segundo (es importante no pasarse, a menos que queráis comprobar la impenetrabilidad de los cuerpos refritos). Retirar el huevo y hacer el siguiente, sólo en el caso de que los vayáis a comer a pares (recalentar un huevo es tarea harto imbécil, y si se hace en el microondas, más imbécil aún, porque la yema revienta y queda un gotelé muy mono que luego no hay quien quite). El protocolo en la mesa permite untar pan (blanco, no de molde) a discreción (por favor, nunca uséis el cuchillo, es cursi que te cagas). Acompañad los huevos con vino rosado o clarete, que les va estupendamente.
Aviso para neófitos: freir un huevo es peligroso. Buscad un trapo de cocina, rodead el brazo desde los dedos hasta el codo con el paño y protegeos. En caso de quemadura inesperada (hay que ser tonto para esperarla y aun así quemarse), meted la parte dañada en agua fría, sacad otro huevo, retirad la clara y ponéosla en la quemadura de a poquitos. Es fantástico. Nunca cocinéis huevos desnudos (vosotros, no los huevos). Las quemaduras de primer, segundo grado y hasta tercero quedan fatal de cintura para abajo, y en urgencias se van a descojonar de vosotros (la primera que atiende suele ser una enfermera y el mal rato no os lo quita nadie).
Felices huevos.

jueves, 30 de julio de 2009

DRY MARTINI


Una receta para una cita.


Mi receta:


Meta dos copas de dry-martini, humedecidas y escurridas, en el congelador (preferiblemente de la marca Zanussi, 4 estrellas).

Ponga su botella de ginebra favorita en el frigorífico (a ser posible, enchufado para que enfríe más).

Baje a la frutería, compre 50 limones de distintas formas, tamaños y procedencias (los mejores son los limones salvajes del Caribe, de la marca Fa).

Intente ligar con la frutera para ulteriores ocasiones, posibles descuentos y por si falla el plan A.

Suba a casa, lávese el pene con jabón de Marsella, póngalo a escurrir en el tendedero por espacio de 10 minutos y mientras tanto escoja el mejor limón, arrojando el resto por el patio de luces con cuidado de apuntar a las prendas delicadas de la vecina que saca la basura cuando baja a por el pan de buena mañana (menuda marrana).

Con el pene seco, póngase un calzoncillo abanderado (al sentirse enamorado, al cumplir como soldado, abanderaaaaaaado).

Introduzca la coctelera y el agua tónica en el congelador, al lado de las gambas y alejados de los palitos de merluza Pescanova, que dan mala imagen.

Elija compañía en proporción de 1 entre un millón, eliminando mujeres casadas con esposos celosos (éstos no tienen ningún sentido del humor) y affaires pasados con regusto amargo.

Desodorícese las axilas y perfúmese con "fleur du male", o "le male". Si es usted pensionista o parado y no anda sobrado de efectivo, absténgase de perfumarse con agua de colonia de Mercadona, podría arruinarle esa cita y todas las demás.

Cuando oiga el timbre, póngase nervioso y rompa algo, bárralo a toda prisa y córtese con un cristal, cúrese la herida con alcohol, chille hasta quedarse afónico y abra la puerta mientras acaba de adherir un apósito en la herida, preferiblemente arrugado, con cuidado de poner los dedos en la parte adhesiva para que pegue peor o no pegue nada. Ante todo, no llore, y si se le escapan las lágrimas jure que es de pura emoción.Si ha roto la botella de Hendricks, G-Vine o Martin Millers, siga llorando. Si la botella era de Gordon´s, (o sea, si usted es un cutre de mil pares de cojones) apresúrese a rellenarla con jeringuilla y cualquier cosa, como el alcohol que ha quedado en la botella después de la cura de urgencia, o "ten con bio-alcohol"). En este último caso, dé gracias a los cielos.

Salude cortésmente a su invitada, bésele la mano sin dejar rastro de babas ni lágrimas y ofrézcale escoger la música (guarde los CD´s de “producciones efímeras” si quiere que la noche llegue a buen puerto).

Vístase a toda prisa, (está usted en calzoncillos aún), y perfúmese de nuevo con su mejor colonia comprada por internet (http://www.perfumesvalencia.com/ , va en serio, menudo descuento), sin olvidar comentarle a su partenaire lo hábil que es usted para las finanzas, pero obviando precios: sólo se considera de buen gusto mencionar el ahorro expresado en tantos por ciento, pero nunca hablando de cantidades reales. Tampoco dé usted sensación de cicatero, porque eso arruina la velada más prometedora.

Diga con voz elegante, como de Iñaki Gabilondo “no tardo, estaré aquí en un pis pas”, ya de paso haga pis (pero nunca pas), escurra las gotas delatoras de su prostatitis (acaba usted de ponerse calzoncillos limpios y ahí se nota todo), lávese las manos aunque no tenga costumbre y vaya a la cocina.

Saque las copas de cola de gallo (cocktail), póngalas sobre una bandeja de IKEA de las más bonitas, o de las que regala la revista “votre maison” y tome la coladegallera (coctelera) sin que se le peguen los dedos al metal, que estará más que frío.

Saque una docena de hielos (sin formas de caballito de mar, ni anaconda ni otras estupideces, por favor, que esto es una cosa muy seria), introdúzcalas en la coctelera, vierta un chorro de vermú seco, sea generoso, y agite hasta que sienta que los dedos se le quedan entre fríos y congelados: ese es el punto justo.

Escurra, (sí, ha oído bien, escurra, o sea, tire por el fregadero) todo, repito, todo el vermú (nada de guardarlo en un bote de cristal con tapa metálica a rosca para aprovecharlo mañana), abra la coctelera (este es un dato de suma importancia) y vierta la medida de dos copas de ginebra, un poco rasas para que al meter la aceituna no rebase. Agite con amor (olvide su onanismo, que eso no es amor ni nada), y rece un Gloria a tempo adagio ma non troppo (negra= 88). No olvide decir amén, que es el final de todas las cosas. Cuando acabe su plegaria (es de mal gusto pedir al tiempo “que esta tía caiga, por favor”), abra de nuevo la coctelera (espero que la cerrase antas de agitar) y sirva delicadamente, como si no fuese usted, en las dos copas de cocktail.

Ponga una aceituna y una cáscara de limón (ahora sí es momento de hacer figuritas, aunque una culebrilla será suficiente, ya probará usted a hacer esculturas otro día. Tampoco se pase: conozco el caso de un amigo que adornó las copas, una con un pene erecto y la otra con dos pechos perfectamente definidos y recortados en la piel del limón, y dos minutos más tarde se estaba tomando dos dry-martini solito en casa como un campeón, y a la media hora andaba chateando y mandando “esemeses” al 906 456 379, con la palabra ORGASMO, y otros al 906 788 696 con la frase CONOCE TÍAS DE TU CIUDAD, a 1,50 euros por mensaje).

Salga de la cocina sin tropezar y controle esa erección, amigo, que los abanderado ceden cosa mala ante los estímulos indiscretos, haberse comprado unos CK.

Alabe el buen gusto de su invitada al escoger la música (¿cómo coños habrá encontrado el CD de Marisco fresco?), ofrézcale una copa (no, por favor, si una le quedó menos llena, esa es la de usted) y proponga un brindis original y nada manido, algo así como “por nosotros”, haga chin-chin, moje los labios, hágase el entendido y vuelva a beber como los peces del villancico, hasta la tercera parte del contenido (que, considerando la forma cónica de la copa, será como más de la mitad del líquido).

Nunca diga: ¿a que está muy rico, eh, maja, te voy preparando otro pelotazo?, y espere a ver el efecto que causa en ella el sorbo sin hacer ruido ni poner cara de impaciencia. Una buena catadora se tomará su tiempo, y si es un zorrón se lo beberá de un trago y hará ahhhhhhhhhhhhhhhhgssssss después, así que ya sabe usted a qué atenerse cuando la quiera presentar en familia, si llega el caso.

Un dry-martini se bebe de tres o cuatro golpes de garganta para evitar que se caliente, (el dry, claro). Si ella se muestra receptiva, ya sea poniendo cara de gustirrinín o acercándole la copa vacía, no espere a que se lo pida. El summum del buen gusto, clase y donosura es preparar el segundo dry-martini delante de ella (espero que haya tenido usted la precaución de comprar al menos cuatro copas para tener siempre dos en el congelador, que queda muy feo traer las mismas copas escurriendo "fairy").

El resto es cosa suya.

PD.- No olvide enviarme un email comentándome los resultados para mi análisis estadístico

martes, 28 de julio de 2009

CAMBRIDGE

Llevo días con el runrún en el estómago. El domingo estaré a estas horas en la bonita ciudad universitaria británica, y aunque ya me he pertrechado de calzoncillos y pijamas en el Corte Inglés, y tengo preparada la lista de cosas imprescindibles, estoy nervioso. Desapolillar el inglés, comer sin tener que cocinar, dormir en cama estrecha, ir a clases toda la mañana me da mucha pereza. Por el lado bueno, conocer gente nueva, hacer amigos, pasear por la orilla del río, o por los muchos jardines que gracias a la lluvia de las islas se cuidan solos me apetece. Quizá quince días alejado de mis rutinas me ayuden a dejar de fumar.

viernes, 24 de julio de 2009

CHLOE


Si algo valoro es la amistad. Y trabajar (sin trabajo) en algo con amigos, como diría aquél, me llena de orgullo y satisfacción.

El martes pasado, mis amigos de CHLOE: Alf...onso (paso de abreviaturas, lo siento), Eva, Francisco, Diego y Ángel presentaron su Cd, "... y los relojes se pararon". Los muy ladinos me pidieron que tocase una, primero el caramelo, "que es de Queen", bien saben que se me cae la muda, y luego "que la mezclamos con una nuestra". Pues bien, contentito me puse, o ¡pues bien contentito me puse!, y a ensayar, que no puedo hacer el ridículo.

La mañana del 21 amaneció arrebatada de nervios.

La noche, ah, la noche, eso fue el éxtasis.

Sólo quiero aprovechar estas líneas que me cedo yo mismo para desearos no la suerte del mundo, porque el mundo anda como anda, sino la del Universo, que al menos, como pilla lejos, parece que sigue su marcha, o no notamos sus desvaríos.

Y de paso, quiero daros las gracias por confiar en mí... durante cuatro minutos.

A partir de hoy, mucha mierda.

lunes, 13 de julio de 2009

TOROS

Desperté un día de la semana pasada (todos me parecen iguales en verano) con la noticia del muchacho corneado y muerto en los Sanfermines. Sin quererlo, el deceso se convirtió en terreno abonado para una más de las polémicas sobre la fiesta nacional en torno al toro, y los festejos en los que éste es protagonista a la fuerza. En ese solar sin dueño, donde caben todas las opiniones, se juntan y desunen los anti y pro-taurinos; los carnívoros y vegetarianos; los sangrientos y los horchateros; los alcohólicos y abstemios y hasta diría que los machistas y las feministas. Cualquier excusa vale para torear de salón con la muleta de la ley, de la tradición, del todo vale, del no vale nada, del él sabía a lo que se exponía, o de "la culpa es del gobierno".
La ley de prevención de riesgos laborales no cabe, porque correr un encierro no es trabajo. La prueba de la alcoholemia tampoco, porque no se conduce vehículo a motor.
Ocurren, por suerte, menos desgracias de las probables, porque el toro no apunta, sólo se defiende, ya sea en la calle de la Estafeta o en la plaza, pero parece que sólo cuando un morlaco acierta nos echamos las manos a la cabeza. Poner tapones en las astas, al estilo portugués, le quitaría pimienta al asunto, y sin riesgo ni sangre no sería lo mismo. Pero cuando el riesgo hace sangre...
Descanse en paz el joven, ése y el que se mató en la carretera, el que cayó de un andamio o se ahogó en el mar.

jueves, 9 de julio de 2009

SOBRE EDUCACIÓN

Dice una mujer en "el mundo" que la lactancia tendría que enseñarse en las escuelas. Bonita frase. Me viene a la memoria que otros propugnan la docencia en el ámbito escolar sobre múltiples temas: educación vial, educación para la salud, para la diversidad, educación sexual (lo que antes te contaban tus padres con dosis variables de rubor acerca de la menstruación, la masturbación o las relaciones prematrimoniales), educación para la igualdad de sexos y el reparto ecuánime de tareas (que el otro día se coló un chalado en el súper, montó una bronca, drogado hasta las patas, que hasta lo decía él, y una mujer preguntaba a gritos que si no había hombres por ahí para defenderla, y yo pensaba que Bibiana Aído o Bibiano Aída, que ya no sé cómo es, me denunciaría si se entera de que voy de machito), y todas las educaciones del mundo. Y digo yo, ¿los padres no piensan en nada más que en trabajar, ganar pasta y pagar la Nintendo? Porque mi padre me enseñó a respetar los semáforos y hasta a conducir a hurtadillas, me dio mis primeras charlas sobre sexo (no muy acertadas desde el punto de vista científico, pero al menos muy sensatas); mi madre me enseñó a cocinar y planchar; y mis cuatro hermanos y yo jugábamos al parchís, fútbol, baloncesto, médicos y enfermeras (no de los de las series de TV de ahora, plagados los hospitales de líos, arrebatos frenéticos en la sala de guardia y morreos entre lesbianas). Y hasta nos inventamos operación triunfo, pero sin presentadores majaderos homófilos y heterófobos: simplemente cantábamos con un micrófono (plátano, colador, o uno de cartón recortado) y nos dábamos puntos (casi siempre ganaba yo, el músico de la familia, aunque todos cantábamos bastante bien).
PD.- Tengo una cierta cantidad de amigos y amigas homosexuales y homosexualas. Pero no de los que hacen bandera de su opción sexual, sino de los normales, de los que dejan sus actividades privadas para momentos privados.

viernes, 3 de julio de 2009

UNOS MESES MÁS TARDE...

Ya casi se me había olvidado por qué comencé a escribir en mi "guaderno", cuando de una visita a la dermatóloga salió petróleo. No es que ella me extirpase un furúnculo profundamente enquistado, que es más amiga de congelarme los lunares abultados (amigos, aunque no lo creáis, el hielo quema). Simplemente me puso en contacto con alguien que canta y dirige coros. Y de ahí salieron varios emails y una llamada telefónica. No es mucho, pero es más de lo que esperaba después de bloguear sin rumbo, o más bien, con rumbo variable. Así que me hallo en estado de shock, ilusionado, esperanzado y hasta diría que medianamente optimista.
Tampoco pienso echar las campanas al vuelo, que me conozco el paño, pero tengo buenas vibraciones que, por cierto, es el título de un CD de los King´s singers que os recomiendo encarecidamente. Por ahí van los tiros. Y los "troyianos".

sábado, 27 de junio de 2009

DE ALGÚN SITIO HE SACADO ESTO

Hasta llegar a la ciudad del apóstol transcurrieron varios días, a lo largo de los cuales visitamos pueblos de la costa cantábrica, playas apartadas de la mayoría de los turistas, incluso alguna nudista que nos pareció francamente vulgar, no por el paisaje en sí, pues suelen ser bellas y de difícil acceso, lo que las hace aún más paradisíacas, sino por el aire de fingida distinción que mostraban los bañistas y que nos causó cierta desazón y acaso un poco de rechazo. Particularmente, eso que llaman naturismo siempre se me ha antojado una frivolidad pseudo-moderna y un tanto sonsa. No entiendo que nadie pretenda reivindicarse por la mera exhibición de su cuerpo, como tampoco a los que hacen bandera de su opción sexual. Recuerdo una ocasión en la que uno de los asistentes a una terapia de grupo para superar adicciones, yo en aquel tiempo trataba de dejar de fumar, se presentó como “Fulano de tal, homosexual”. No pude reprimir mi veneno al presentarme como “Mengano de cual, padezco prostatitis, tengo caspa y me faltan dos muelas”. El revuelo que se formó por mi manifiesta ausencia de talante democrático, mi fascismo e intolerancia y mi falta de estilo, por la que pedí perdón, al no haber sido capaz de presentarme en forma de pareado, mientras abandonaba la sala, me sirvió para decidir que seguiría fumando hasta que el cuerpo me pidiese clemencia. Y en ello estoy.

viernes, 26 de junio de 2009

pensamientos obscenos y nada correctos políticamente, ni falta que hace

Una casa sin libros ni discos no es un hogar: es la funda de un paraguas, y que me perdonen los paraguas.

martes, 23 de junio de 2009

DÍAS DE MUCHO, VÍSPERAS DE NADA

El refranero castellano ejerce un magnético poder sobre mí, mal que me pese aparecer como el tonto y majadero de otro refrán. Aún así, lo encuentro lleno de sabiduría cargada de siglos de vivencias, como una suerte de estadística popular recogida en palabras en lugar de números que aparece por sorpresa en ese laboratorio infalible que es el día a día humano. Y pienso en los perros que buscan la sombra en febrero, o permanecen callados antes de morder; en las cigüeñas que miran el calendario zaragozano para aparecer por San Blas; en si nieva antes de que el año venga cargado de bienes; en si Dios premia a los madrugadores o Santa Bárbara se ríe de los incautos cuando hay tormenta. Sea como fuere, me vienen a la cabeza con puntualidad británica (que no deja de ser otro dicho pesudo refranero) y los suelto como pájaros para que se posen donde se les antoje.
Así que ayer fue mal día, pero me consuelo pensando que no hay mal que cien años dure, aunque uno llegue calvo.
Por cierto, a veces se equivocan, porque para mi viaje sí hacen falta alforjas. Sé que parece contradictorio, pero hay una persona muy especial que lo entenderá. Y probablemente sonría.

jueves, 18 de junio de 2009

HAY DÍAS

Hay días en los que la calma lo invade todo. El espejo se alía con uno, la calle te recibe con alfombra mullida, hasta tus compañeros de trabajo parecen más cariñosos. Y no sabes por qué, pero hablas despacio, a media voz, saboreas la comida, bebes con parsimonia, y hasta el bochorno se te antoja agradable. Y te das cuenta de que tras la esquina dejas el esfuerzo de meses luchando por sentirte feliz. No ma hagáis caso, quizá mañana todo vuelva a la normalidad. Pero hoy no voy a correr, para que dure más esta sensación.
PD.- Dedicado a todos mis amigos (huelga decir que a mis amigas). Estoy descubriendo que tengo muchos más de los que creía. Hasta los que se parapetan. ¿Me estaré haciendo mayor?

lunes, 8 de junio de 2009

SOBRE UNOS Y OTROS

De un domingo ocioso siempre se puede aprender algo, ya sea viendo los resultados del fútbol o de las elecciones europeas: a minimizar las derrotas, echando la culpa a factores externos y a engrandecer las victorias maximizando los méritos propios. Risa me da. Las botellas siguen estando medio vacías o medio llenas, según la sed que se tenga.
Por hoy no hay más.

jueves, 4 de junio de 2009

SANTIAGO DE COMPOSTELA

Sin lugar a dudas, Santiago es, después de Valladolid, la ciudad en la que se concentra mi mayor cantidad de amigos por metro cuadrado. Ahí viven mi zanfonero de guardia, su discreta y encantadora novia, mi photoshopero oficial, mi abrazadora y fiel Clara, y muchos más con los que coincido cuando me dejo caer por la tierra del Santo Apóstol. Allí he peregrinado, por lo religioso y lo pagano, y he paseado por sus calles, trasegado Albariño, Ribeiro y ginebra en múltiples combinaciones (que no es bebida autóctona, pero como si lo fuese), disfrutado del marisco en largas cenas, y algún glorioso secreto (y no menor) que me llevaré a la tumba. Y todo me hace sentir hijo adoptivo de la ciudad del Campo de Estrellas.

domingo, 31 de mayo de 2009

BENDITO JUNIO


Comienza mi querido mes de junio, que significa una hora diaria menos de jornada laboral, buen tiempo, olor a vacaciones. Parece que el aire trae aromas distintos.


Me deshice por fin de mi fiel amigo, el lipoma que me acompañaba desde hace tres años e impedía el perfecto rasurado a que acostumbro... cada semana. La operación fue una experiencia apasionante: música de fondo, creo que Kiss FM; charla con los médicos que me atendían y la enfermera, qué ojazos azules tiene mi maxilofacial, hay que ver. Me aseguró que podré ponerme bikini a pesar de la cicatriz: quizá el hecho de que la incisión fuese en el cuello ayude bastante. Tampoco me preocupaba en exceso, no suelo usar dos piezas, soy más bien de hacer topless.


He leído por ahí que la manzanilla en compresas, los baños de frío-calor y el reposo son buenos para curar la tendinitis. Por si a alguien le sirve, que siempre te encuentras personas aquejadas de molestias y hay que colaborar en lo que se pueda. Google es buena ayuda cuando se quiere aprender en el acto, aunque los hay que prefieren concentrarse en el mismo acto y seguir igual de ignorantes.


martes, 26 de mayo de 2009

NADA ESPECIAL, PERO HAY QUE DARLE VIDILLA


Excepto que los piojos no han vuelto a dar señales de vida (al menos en la cabeza de mi hija) y el aerobic sigue su tarea de zapa autoimpuesta, que mal no me viene, no tengo nada que aportar a mi solitario blog. Me alegró la tarde la visita inesperada de Germán, apenas media hora de charleta y una cerveza, pero con la densidad de la conversación de un buen amigo, en la que valen tanto las palabras como los silencios. Sólo cuando el silencio es demasiado largo me empiezo a preocupar, pero no es el caso. Parece que al final grabaremos un CD con carácter benéfico, no podía ser de otro modo, en favor de niños con parálisis cerebral. Arrancarles un puñado de sonrisas y algún beso será un buen pago. Y si de paso les sirve para algo material, bienvenido sea. Además, trabajar con mi zanfonero de guardia es siempre un placer en el que se mezcla la música, le convivencia con él y sus amigos gallegos, buenos tipos todos, y la gastronomía atlántica (la dieta mediterránea suele pasar a segundo plano esos días... y muchos otros). Algún paseo por Santiago acaba por completar el plan, con parada obligatoria por la plaza del Obradoiro, a la que debo mucho más de lo que nadie imagina y no tengo intención de contar. Algunas catedrales del norte y noroeste me han acompañado desde hace años en momentos puntuales cargados de intensidad y ahora nostalgia (Burgos y Vitoria), pero especialmente la de Compostela, recurrente en mi historia, cuya última visita fue fin del Camino, por primera y espero que no última vez.

Vaya, me da que sí tenía cosas que contar, aunque alguna la haya dejado al final deliberadamente en el tintero.

sábado, 23 de mayo de 2009

PEDICULOSIS A

Tanto hablar de gripe, (bella palabra "influenza" y de ahí "flu", estos anglos siempre tan escuetos de verbo) y nos olvidamos de la plaga atemporal, que no conoce límites generacionales, bipartidismo ni vacunas erradicantes: el jodío piojo, ese que como "Verano Azul", vuelve a casa, vuelve, por... veranidad.
Acaeció que mi hija, rasca que rasca, papá, cómo pica, tuvo a bien adoptar una familia entera, varias generaciones de a día tras día, con sus liendres y todo.
-Qué desgracia, -exclama la madre que la parió, dada ella al acabóse-, con la que está cayendo y en plena crisis. Si al menos desgravara...
-Filvit champú, filvit, mamá... porque más vale fivit que tenerse que rascar (huelga de creativos publicitarios en aquella época, intuyo).
Tres horas más tarde, la plaga capilar está erradicada hasta nueva orden o real decreto ministerial.
Si hasta les estaba cogiendo cariño, con sus patitas, llenitos de sangre hasta el tuétano, y esos ojitos que están diciendo: ráscate.