lunes, 7 de septiembre de 2009

FERIAS, FIESTAS Y CASETAS

Ya estamos en ferias. A veces tengo la sensación de que esto es una feria permanente, pero ya me acusarán algunos de raro, así que no voy a ir por ahí (aunque por donde pienso ir no me librará de parecerlo).
Las calles se inundan de casetas de madera, con ofertón irrechazable: bebida y pincho de ferias: 2´50 euros, a saber, Caña o vino en vaso de plástico más tapa típica, como la sepia y la croqueta, que como todo el mundo sabe, son especies autóctonas de la provincia. Colas y más colas, empujones, fritanga, frito y refrito y creciente calor estomacal, gracias al Viña Ardores, cosecha especial respetuosa con el medio ambiente, (óxido de hidrógeno al 50%).
Treinta euros, siete manchas y cuatro pisotones más tarde, me escabullo entre la muchedumbre, llego a mi bar de barrio y pido un botellín de Voll-Damm y algo de picar, para rellenar los huecos.
-¿Le pongo el pincho de ferias? Tengo pulpo, langostinos, calamares, paella y boquerones.
-No, gracias. Mejor algo típico.
-¿Qué es típico?
-Patatas, que esto es tierra de campos.
-¿Quiere vaso para la cerveza?
-No hace falta. Me la voy a echar directamente en la cabeza.

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