Me dio esta mañana por ordenar trastos. Cuando uno vive en una casa pequeña no queda más remedio que colocar, organizar, eliminar lo que se acumula "por si acaso". No podría definir "por qué acaso"... Así encontré un cuadro, a medias desde hace dos años largos; unas cuantas fotos por enmarcar o guardar en carpetas; partituras en boceto; libros que aún no he comido, ni creo que les hinque el diente, apilados sobre la mesa del comedor...
Por hacer como que hago algo útil, aunque poco convencido de su utilidad, más que nada me quito la tarea de encima: el soporte de cartón para unas fotos de pianos (esas que me imprimieron mal hace unas semanas por no estar atento) tiene flecos por culpa de mi poca habilidad en el manejo del "cortante", neologismo innecesario acuñado por el vasco de Bricomanía, que traduce literalmente "cutter" porque "cuchilla" no acaba de convencerle; el cuadro sigue tapado con una sábana, y todo lo que representa; los libros han sido colocados alfabéticamente en la estantería; las partituras para el cuarteto no amarillean porque el papel ya era amarillento cuando lo compré. He visto una aplicación para tableta que permite escribir a mano las partituras y las convierte en formato PDF, con signos de imprenta, y además te las va cantando. Quizá las compre (tableta y aplicación) y puede que acaben por ser el próximo objeto que cambie de ubicación un domingo cualquiera. A lo mejor me decido a invertir en un artilugio que guarde todos mis discos, fotos, libros y partituras para tardar menos en ordenarlos, aunque el domingo sería menos domingo sin deberes.
Sigo haciendo un Bukowski light: dos chupitos mientras escribo. Ni por esas...
Sigo haciendo un Bukowski light: dos chupitos mientras escribo. Ni por esas...