martes, 29 de septiembre de 2009

DEJAR DE FUMAR, I

Pues no me aguanto las ganas de contarlo, pero lo haré por capítulos, o mejor aún, a modo de diario.
Jueves, 24 de septiembre de 2009, 6.50 a. m.
He pasado mala noche, durmiendo a ratitos. Los nervios de la primera cita siguen cebándose conmigo, ya sea la primera de un noviazgo o con un traumatólogo. En este caso que me procupa en general, y me ocupa el estómago en particular, me veré a las 8.00 con un neumólogo, con el objetivo de abandonar el tabaco, a ser posible en paradero desconocido para no volver a encontrarlo.
Me recibe puntualmente, tan puntualmente como he podido llegar a causa del tráfico que se genera alrededor de los organismos oficiales por la presencia masiva de automóviles idem. Dos minutos de retraso.
Me saluda tuteándome, cosa que no me importa, supongo que los médicos del ánimo querrán ganarse la confianza del paciente/impaciente. Me pregunta si estoy decidido a dejar el feo hábito de fumar, que ensucia los dientes, los pulmones, la lengua, las amígdalas, las cortinas del salón y la tapicería del sofá. Ante tal despliegue de agravantes, respondo como ante el cura en caso de matrimonio (otro hábito poco saludable): "Sí, estoy dispuesto". Implicado hasta los bronquios pues, comienza la terapia:
Pone ante mis narices un bote (como de un kg de pepinillos pero sin pepinillos) lleno de algo parecido a aceite de cárter.
-¿Sabes qué es esto? La cantidad de alquitrán que acumulan tus pulmones fumando veinte cigarrillos al día durante un año.
Pienso que podrían haberme instalado ese bote para guardar la porquería y cambiarlo cada año. En la tripa sería buen sitio, hay espacio de sobra. Pero no lo digo, para que el galeno no me tome a chufla antes de tiempo.
-Cuando dejes de fumar tu vida será perfecta, pero no te apetecerá hacer el amor con mujeres que fuman, así que díselo a tu esposa.
(¿Quién le ha dicho a este que a mí me importe si mi esposa fuma, o que me apetezca hacer el amor con ella?)
-Puedes fumar tabaco negro, fuera de casa, pero no aceptar si te ofrecen, ni pedir. Sólo lo que tú compres. No puedes llevar mechero, así que tendrás que pedir fuego. (¿Ahora mi dirá que pariré hijos con el dolor de mi vientre, ganaré el pan con el sudor de mi frente, y me arrastraré como una serpiente?) El día 5 de octubre vuelves a verme, con esta hojita. En ella escribirás todos los cigarrillos que has fumado, pero cada día, como poco, uno menos. Ciao.
Salgo a la calle después de tomar la pastilla inmuno-depresora-anti-traumática-pre-mortem. Busco una frutería para comprar puerros, que esos no están prohibidos.

1 comentario:

Jorge G. dijo...

mucho ánimo, yo lo dejé unos años atrás y estoy muy orgulloso de ello, ya verás como está chupado....