sábado, 27 de agosto de 2011

DE BIEN NACIDOS...


...es ser agradecidos. Como hoy es viernes (comencé a escribir un jueves de hace semanas, pero aparqué este texto), o sea, como es un día cualquiera, sirve para decir lo que me apetezca. Y lo que quiero es pagar una deuda contraída hace escasamente treinta y cinco años, que no es nada, qué feliz la mirada. Música, maestro.
Acertó a aparecer un día cualquiera, que luego no lo fue, la persona que descubrió mi talento musical, que aunque suene presuntuoso resulta incuestionable. Otra cosa distinta sería hablar de los resultados obtenidos, directamente achacables a mi falta de método y disciplina. Pero no estoy hablando de eso, sino rindiendo cuentas a mi profesor de música del colegio, Luis Cantalapiedra, que poseía un ojo certero y un oído sensible. De las aulas en las que impartió clases, y del coro y orquesta que dirigía, salieron muchos músicos profesionales, entre directores de orquesta, pianistas, cantantes, bateristas, bajistas, guitarristas, y resto de "istas" adscritos a la música. Y entre todos ellos, yo mismo. No podría imaginarme mi vida sin relación con la música, y por ese motivo quiero usar mi blog para agradecerle su sabio primer consejo, sus lecciones y su amistad. Aunque hace tres años que no nos vemos, recuerdo que en esa última ocasión, me saludó efusivamente y recordó mi nombre y dos apellidos... veinticinco años después de mi salida del colegio. También recuerdo cómo intercedió ante mi padre para que me dejara ir de excursión, y el día que vino a casa para estrenar mi piano.
Ahora que me dedico a la docencia, de música, a Dios gracias, compruebo la importancia de un buen profesor y me acuerdo con mucha frecuencia de Luis, al que le debía muchas por su implicación profesional y humana en mi formación. Y con este escrito sólo quiero pagarle una pequeña parte.