martes, 26 de mayo de 2009

NADA ESPECIAL, PERO HAY QUE DARLE VIDILLA


Excepto que los piojos no han vuelto a dar señales de vida (al menos en la cabeza de mi hija) y el aerobic sigue su tarea de zapa autoimpuesta, que mal no me viene, no tengo nada que aportar a mi solitario blog. Me alegró la tarde la visita inesperada de Germán, apenas media hora de charleta y una cerveza, pero con la densidad de la conversación de un buen amigo, en la que valen tanto las palabras como los silencios. Sólo cuando el silencio es demasiado largo me empiezo a preocupar, pero no es el caso. Parece que al final grabaremos un CD con carácter benéfico, no podía ser de otro modo, en favor de niños con parálisis cerebral. Arrancarles un puñado de sonrisas y algún beso será un buen pago. Y si de paso les sirve para algo material, bienvenido sea. Además, trabajar con mi zanfonero de guardia es siempre un placer en el que se mezcla la música, le convivencia con él y sus amigos gallegos, buenos tipos todos, y la gastronomía atlántica (la dieta mediterránea suele pasar a segundo plano esos días... y muchos otros). Algún paseo por Santiago acaba por completar el plan, con parada obligatoria por la plaza del Obradoiro, a la que debo mucho más de lo que nadie imagina y no tengo intención de contar. Algunas catedrales del norte y noroeste me han acompañado desde hace años en momentos puntuales cargados de intensidad y ahora nostalgia (Burgos y Vitoria), pero especialmente la de Compostela, recurrente en mi historia, cuya última visita fue fin del Camino, por primera y espero que no última vez.

Vaya, me da que sí tenía cosas que contar, aunque alguna la haya dejado al final deliberadamente en el tintero.