La insistencia de las personas por aferrarse a la costumbre me resulta propia. Una novia que te ignora o simplemente te adorna las tardes del fin de semana; un coche que sólo da averías pero al que tienes cariño; un trabajo que dejó de satisfacerte si alguna vez lo hizo... aún tienen explicación, porque no sabes si lo encontrarás mejor o ni siquiera si lo encontrarás. Pero obstinarse por dar importancia a cosas que no la tienen raya la idiotez. Así pues, me confieso idiota ante la televisión, internet, la vagancia y el juego del frontón. Que vienen a ser lo mismo.
Hace algunas "entradas", como se define por estos pagos a los textos que escribe uno de vez en cuando, comentaba que iba a reinventarme. Pues ya es hora.
¿Y en qué me voy a convertir?