domingo, 14 de diciembre de 2014

REGALO DE REYES

Mis amigos de "Fuera de la jaula" cada vez vuelan más lejos y más alto. La baja temporal de Óscar como presentador, a quien eché de menos (espero que no tarde en regresar por todo lo que aporta), fue bien cubierta por Guillermo. Había además una cara nueva. Me alegré enormemente de verlos y colaborar con su programa, que versaba sobre los sueños, aunque esta vez me esperaba un premio con el que no contaba, aparte del abrazo de Laura. 
Ya había tocado en un par de ocasiones en ese auditorio-salón de actos. Pero ayer, cuando Nuria me ayudó a descubrir el piano estuve a punto de sufrir un desmayo porque, ¡oh, maravilla, aleluya!, bajo la funda guateada se escondía un auténtico Steinway & Sons D-274, el sueño más grande para un pianista y más para uno como yo, que friso la cincuentena y cada vez tengo menos oportunidades de tocar. Supongo que algunos preferirían conducir un Ferrari, beber Vega Sicilia del 64 o pasar un fin de semana con una actriz de Hollywood. Como ya he disfrutado de (casi) todo ello, (conducir, beber y pasar noches) puedo afirmar que el Steinway deja más secuelas, si bien indoloras, y no hay riesgo de accidente, resaca o susto de muerte a la mañana siguiente. Estuve admirándolo un buen rato, acariciando el teclado (sin pulsar), porque mi cometido sólo era poner fondo a los silencios entre cada intervención de los chicos del CIC. Por suerte, Lucas me pidió que llenase el vacío mientras esperábamos el comienzo del programa. Supongo que un psicólogo sabe qué hacer ante un ataque de ansiedad y estoy seguro de que olió el mío a distancia. Acerqué mi oreja para asegurarme de que era cierto y, como lo repitió, volví a la banqueta para tocar lo que me apetecía, cosas de mis amigos: el Wonder, el Joel, los Supertramp, y otros que pasaban por allí, que era por mi cabeza abarrotada de emociones.
Por la tarde llamé a Germán Díaz, para felicitarle por su cumpleaños, a cuya celebración no pude asistir a causa del programa. Olvidé recordarle que mi segundo Steinway apareció en un concierto con él, en Soria, años después de otro en el paraninfo de la Universidad de Valladolid.  Tras relatar mi experiencia, le dije:
-Tú jamás podrás contar a tus nietos que tocaste una zanfona Steinway.
No pudo quitarme la razón. Obviamente.