Tras un excelente año como el pasado, al que echaré de menos, no se me ocurre ponerme metas para el que acaba de comenzar. Ya se lo dije a mi madre, después de contarle lo del premio:
-Estaba pensando, mamá, que si me hubiera esforzado realmente por algo, podría haber llegado más lejos.
Sonrió como una madre pero no añadió palabra alguna. Me conoce bien y no era momento de chafar mi alegría.
Así pues, no pediré nada por si me flaquean las fuerzas, el ánimo o la inspiración, pero recordaré las cosas buenas o excelentes de 2017 para que 2018 tome nota.
-Por diferentes causas, me reencontré con personas que me han hecho olvidar viejas rencillas -confío en que a ellas igualmente-. También con otras sin rencillas. Y con algunas ex novias que no recordaban haberlo sido y otras que prefieren olvidarlo -no las culpo-.
-Conseguí que el Cuarteto Muzikanten cobrase por un bolo o dos. Hacienda también se alegra, creo que más que yo, cuantitativamente hablando.
-Casi todos los que tenían cuentas -económicas- pendientes las han saldado. Nunca es tarde. El resto está a tiempo. Paciencia es lo que me sobra. Dinero no, pero sobrevivo sin vender mi alma al diablo.
-No me duele casi nada.
-Mi familia me sigue aguantando.
-He hecho nueva pandilla musical: dos docenas de cantores con ganas de estudiar y disfrutar, el arte es eso. Espero que la cautela del director, que pensaba que soy demasiado viejo, haya claudicado. Me esfuerzo por demostrarle que sólo era un prejuicio -y por no contar mis dolores a alguien que acabo de conocer-. Creo que le voy convenciendo. Si un día me dice que no, después de ponerle a caer de un burro, me alegraré de haberle conocido -es un profesional y encima es un tío estupendo- y al resto de miembros -no hay miembras porque es una agrupación vocal masculina, que estamos a lo que estamos-. Creo que ya se puede decir que tenemos nombre. Lo que no sé es si puedo decir el nombre. Espero instrucciones. Pero tiene dos tés, al comienzo de cada una de las dos palabras que lo forman. T... - T...
-Me han dado un premio por algo -la extra de 25 años de maestro no cuenta, o sólo un poco-.
-He mejorado mis hábitos posturales, y todas me lo dicen: mi osteópata, mi médico de familia y mi traumatóloga, que como es hija de maestros me comprende.
-Escribo más, creo que algo mejor.
-Canto más, creo que un poco mejor.
-No pinto nada. Mejorar era bien fácil.
-He dejado de comentarlo todo en redes sociales. Pese a mis ancestros, lo de embestir noblemente no me ocasiona beneficios. Así duermo mejor.
-En los diez minutos que llevo escribiendo no he sentido pinchazos en ninguna parte de mi cuerpo.
-Mis amigos y conocidos de la infancia y adolescencia, que ahora son arquitectos, médicos, abogados, parados, músicos, representantes, enólogos, vendedores y más cosas, siguen acordándose de mi nombre.
-Hice más de doscientos kilómetros del camino de Santiago. Que fuera en coche carece de importancia. Fernando y Ángel; Gala y Alejandra; Sandra y sus secuaces; unas granaínas perdidas; la recepcionista del hostal de un pueblo de por ahí -no recuerdo el pueblo pero sí a ella y a la argentina que me dio conversación -cine argentino, Víctor Laplace- mientras arreglaban la puerta del baño-; Elena y Rita; Gabriela y familia y otras personas que la providencia puso en mi camino, benditos tres o cuatro kilómetros a pie, se encargaron de compensar con su amistad mi vagancia.
-Hice más de doscientos kilómetros del camino de Santiago. Que fuera en coche carece de importancia. Fernando y Ángel; Gala y Alejandra; Sandra y sus secuaces; unas granaínas perdidas; la recepcionista del hostal de un pueblo de por ahí -no recuerdo el pueblo pero sí a ella y a la argentina que me dio conversación -cine argentino, Víctor Laplace- mientras arreglaban la puerta del baño-; Elena y Rita; Gabriela y familia y otras personas que la providencia puso en mi camino, benditos tres o cuatro kilómetros a pie, se encargaron de compensar con su amistad mi vagancia.
-Puedo mantener una conversación entre correcta y amistosa con todos mis compañeros de trabajo. Y con algunos aún más amistosa.
-Mi kioskera, portero, mis cajeras de los supermercados y panaderas me sonríen. La de Amazon me pone alfombra roja. Johhnie Walker me manda christmas con pétalos.
-Conocí -FB aún sirve para algo- a un cacho director de cine con pasado pucelano: Iván Sáinz-Pardo. Me trajo, sin saberlo, bellos recuerdos de la SEMINCI. Menudo tío, vaya crack. Si no fuera por la pasta, por la crisis del cine y el no cine, por el IVA de los cojones, por las putas palomitas y el refresco de cola, por el "ayer fui al cine, Star Wars XXXV, mira mi foto del "fotocol", qué cool" (hay que ir para hablar de algo que no sea tu vida verdadera) se forraría. Por la educación -o su falta-, vaya. QED.
-Conocí -FB aún sirve para algo- a un cacho director de cine con pasado pucelano: Iván Sáinz-Pardo. Me trajo, sin saberlo, bellos recuerdos de la SEMINCI. Menudo tío, vaya crack. Si no fuera por la pasta, por la crisis del cine y el no cine, por el IVA de los cojones, por las putas palomitas y el refresco de cola, por el "ayer fui al cine, Star Wars XXXV, mira mi foto del "fotocol", qué cool" (hay que ir para hablar de algo que no sea tu vida verdadera) se forraría. Por la educación -o su falta-, vaya. QED.
Pues eso: nunca peor. Que vivan los políticamente incorrectos o insurrectos. Gracias a los mencionados por haberme hecho, como dice el prota de "Mejor imposible", mejor persona. No os quito mérito, porque peor, imposible. Lo bueno es enemigo de lo mejor.
Pd.- Me ha costado mucho encontrar una foto que encabece el texto. Tras varios intentos he escogido una. Había más, puede que mejores. De eso va la cosa, pero tampoco importa.