A.D. (Si hay una post data, habrá una ante data).
Dedicado sinceramente a mis familiares (mujeres) y amigas. Con cierta envidia.
Leo en la prensa que, excepto una medalla olímpica en Londres, las demás son obra de mujeres. Mejor dicho, que todas las medallas españolas han sido ganadas por mujeres, excepto la de triatlón masculino, nunca exento de sospecha a falta de confirmarse el análisis de estrógenos. La noticia es que no debería ser noticia, porque no tendríamos que hacer distinciones: todos son atletas (o todas son (¿san?) atletos). La cosa no tiene ningún trasfondo político, porque en los JJOO de Pekín, que se escribe 北京 pero se pronuncia Beijin, (o sea, que mi tía tiene un perro Beijinés), las mujeres del estado español, o representantes del COE, que no es lo mismo, ganaron más medallas que los hombres, lo cual deja en fuera de juego las leyes de la paridad, la maridad y el padre que las marió en plena efervescencia de las cuotas.
Finiquitado con chanclas el preámbulo, por no salpicarme con lo que prometí evitar al fundar mi blog, quiero aprovechar esta oportunidad que me brinda mi "guaderno", que me brindo yo, chin-chin, para mandar a tomar pomada a todos los que pensaron que las mujeres necesitan el empujón de las leyes pseudo-protectoras para colocarse donde merecen. La naturaleza, que es más sabia que todas las leyes juntas, en pasando el tiempo acaba por ubicar a cada quién donde merece. Y si el record de maratón femenino, que es asunto de arte mayor, anda cada vez más cerca del de los machotes, ya podemos ir contratando un buen seguro a todo riesgo, por la que nos pueda caer, venganzas (justificadas) aparte.