Como decía Paco Gandía, no el padre de mi queridísimo amigo Nacho, sino un humorista andaluz de los ochenta, que comenzaba sus actuaciones diciendo: "yo sólo cuanto casos verídicos".
Siete y diez de la tarde de hoy. Llaman a la puerta. Echo un vistazo por la mirilla (no telescópica). Veo a un chaval con chaleco de ONG. Mi vista no da para más. Abro.
-Buenas tardes, caballero.
-Buenas tardes, joven.
-No sé si nos conoce (dando por sentado que he leído el logo que le presenta).
-Por supuesto.
-Estamos haciendo una encuesta a personas mayores de treinta años.
-Tengo veintitrés.
- En ese caso no puedo seguir la entrevista.
Me mira. Me remira. Vuelve a mirarme.
-Feliz tarde.
-Feliz tarde, -respondo-.
Y aún dicen que el alcohol no conserva.
Pd.- Tengo cuarenta y nueve.