domingo, 6 de noviembre de 2022

SI LO PONGO EN FORMATO WORD NO LO COMPRÁIS


LA PAJA EN OJO AJENO

 No se puede achacar a una vaga traducción, porque está escribida en castellano:

La lámpara de pie HEKTAR, comprada en IKEA un sábado, sale disparada hacia delante. La pesada base de hierro, girando sin control, alcanza a XXX en la pierna derecha cuando se apoyaba en ella para levantarse. No solo se la parte a la altura de la rodilla, se la arranca, dejando el hueso al descubierto, de un blanco perfecto, donde antes había carne, piel, y una pierna que llegaba hasta el suelo.

Me atrevería a sugerir al bestsellerado, si me lo permite: La lámpara de pie HEKTAR (no la STAINKHORD, anda que no hay diferencia), comprada en IKEA un sábado (los viernes no la venden, o son menos agresivas), sale disparada hacia delante (que suele ser la dirección habitual, por aquello de apuntar y disparar, a menos que se disponga de mira telescópica contra ataques por la retaguardia). La pesada base de hierro (habrá hierros ligeros, supongo, o aleaciones), girando sin control (que tomen nota los suecos para otra vez e instalen mando a distancia para controlar los pies), alcanza a XXX (no es un actor porno, es solo por no dar pistas) en la pierna derecha cuando se apoyaba en ella para levantarse. No solo se la parte a la altura de la rodilla, (:) se la arranca, dejando el hueso al descubierto, de un blanco perfecto, (dejando el hueso blanco al descubierto, no vaya a ser blanco el descubrimiento, que imagino más bien rojo) donde antes había carne, piel (¿ya no hay hueso?), y una pierna que llegaba hasta el suelo (las piernas normales suelen llegar al suelo, creo, e incluso las anormales, aunque si son más cortas tarden un poco más, y si más largas, lo contrario).

 El mismo capítulo está plagado de descripciones semejantes: que si el tablero de una mesa (no se dice si adquirida en el mismo establecimiento un sábado, o en otro un miércoles a primera hora, porque el comprador estaba de baja por enfermedad, que no dejaba de ser absentismo laboral para seguir chupando de la indemnización del seguro —otra sutileza más—) seccionó la carótida a la altura de un lunar que adornaba al interfecto desde que cumplió los nueve años y su madre lo llevó al dermatólogo, un tal Fernández del Epitelio; que si la onda expansiva vació el vientre de un madero o madera (este escribidor nunca usará madere, cosa que le honra, por honrarlo un poco) desalojando sus excrementos a base de hamburguesa de vacuno con doble de queso cheddar y topping de pepinillo agridulce (deconstruido, por supuesto); que si etc...

 Si el perpetrador de novelas leyera esto, que no lo va a leer porque anda enfrascado en la próxima entrega de su infinitología (mientras dé pasta), se descojonaría de mí (y no le quito razones, que soy un ser —valga la rebuznancia, que de esas sabe un huevo, y a él le valen— risible). ¿Quién osa criticar a un tío que vende millones de ejemplares, con la mera excusa de que son bazofia, como la hamburguesa de antes? Otro de la misma estirpe, que critica la incultura de los españoles al tiempo que se jacta de vender otros tantos millones de libros (supongo que sus compradores son justamente el resto de españoles, los cultos, pero no me sale tanta población) porque ayudan a combatir la incultura (si los incultos no te leen, a esos no los beneficias, y a los cultos que te leen no les haces falta, más bien lo contrario). 

Llegados a este punto, alguien se preguntará qué coño hago dando clases particulares un domingo por la tarde (no un miércoles a las nueve, ni un lunes a las tres y media, cuando en IKEA se venden más estanterías blancas que lavabos gris perla) sobre literatura si me estoy tragando el mismo truño que los los cultos-incultos. Les respondo: de vez en cuando me saturan las lecturas de autores muertos (esos de los que dice mi amigo Diego que han resistido el paso del tiempo y del marketing, por algo será) y me da por chutarme ácido úrico, colesterol malo y triglicéridos por compensar-descompensar. Tengo trillados los Mortadelos, que son graciosos per se, y me divierten más las obras "serias".

 Un día me apeteció escribir al "estilo" del sueco aquel que se hizo famoso (aparte de IKEA, hay más suecos que han creado escuela), tanto que su última obra tuvo que ser completada por otro sueco que no se hizo el sueco a la hora de poner la mano bajo el fajo (permítaseme la rima interna). Se la dediqué a un amigo, al que hice protagonista (él sabe por qué). Luego se la envié. Como es un tío cabal, seguro que la tomó por el lado bueno. Voy a buscarla y, si la encuentro, la colgaré en la siguiente entrada de este blog.

No me he tomado la molestia de revisar el texto. Los bestselerados tampoco, ni falta que hace. Están a otra cosa (rectangular y con números) de curso legal.