martes, 13 de octubre de 2009

IDIOMAS MORIBUNDOS

Leí hace unos días que los leonesistas tratan de recuperar el leonés, llionés en llionés, que es como se llama al leonés en ese idioma (no me atrevo a denominarlo dialecto por lo que pueda caer desde más allá del límite noroccidental de mi provincia). La cosa es que no se pueden perder las señas de identidad, y de paso encontrar otro hecho diferencial que nos una aún más en la lucha por ser diferentes. Bien me parece (tanto da si fuese al contrario) que nos esforcemos por conservar lo conservable, más dudoso encuentro recuperar lo extinto, una vez que se haya demostrado su inutilidad. En cualquier caso, se me ocurre una solución que definitivamente resolverá el asunto-problema que tanto nos acucia: recuperemos el primigenio lenguaje del hombre, que es común a todos, lo cual permitirá de una vez que cada cual se sienta orgulloso de sus raíces, que son las de todos, sin renunciar a su uso por la razón que sea. Por otro lado, considero que volver a la "lengua" general nos resultará tarea sencilla, por cuanto cada vez nos acercamos más a ella, desde nuestro empeño en cortar, omitir, superponer, abreviar todo lo que no sirve para la causa baladí de entenderse, que da igual Valladolid que Bayadolí (Bolí sin tardar), Cádiz que Cai y "que el casco es mío" por "cahcomío", excepción hecha de España, que lejos de abreviarse por lógica fonética a Paña ha pasado a denominarse "el estado de los estados del territorio estatal", "la madre política de las comunidades autónomas" y algunas maravillas léxicas que no cito por pudor.
Resumiendo, que ya toca, he aquí la solución: queridos míos, en aras del progreso, de la recuperación de la historia y de la unidad de los desunidos, recuperemos la lengua de nuestros antepasados muy pasados, incluso caducados: el gruñido.