domingo, 22 de noviembre de 2020

SANTA ROSA DE LIMA, PATRONA DE LOS OÍDOS OBTURADOS Y BENEFACTORA DE LOS LIMPIOS.



No hay santa en el Paraíso

que merezca más la rima 

y aqueste verbo florido

que Santa Rosa de Lima.


Mas preguntará el oyente

si este verso no le espanta:

¿Qué hubo de hacer la tal santa

para no ser tan corriente?


Pues escuchad esta historia

con atención e interés

¡y parad ya con los pies!

que me turbáis la memoria.


La santa nació en Perú,

en Lima, concretamente,

y lo hizo exactamente

cuando su madre dio a .


Desde pequeña, la niña

lloró poco o casi nada.

Para que no la riñeran

siempre lloraba afinada.


«Caray», su padre proclama.

«Pardiez», la madre decía

«que más que llorar, declama.

Más que llanto es sinfonía».


Y Rosita, la que llora

en fa o en do sostenido,

demuestra su fino oído.

¡No es niña, es ave canora!


Estando bastante mala

por indigestión de habas,

los mosquitos le cantaban

rozándose con las alas.


Ella, acostada en su lecho, 

apenas moviendo nada,

y al coro tan bien empasta

que hasta alcanza el do de pecho.


Las flores de su jardín

para escucharla se inclinan

y con su voz de postín

danzan junto a la piscina

que, en lugar de swimming pool

y porque es asaz parca,

no usan vocablo tan cool

y allí pues le llaman charca.


Rosita enferma otra vez,

mas no suelta ni un gemido.

Jamás se vio en la niñez 

un ser vivo tan sufrido.


Y en sanando y enfermando

y haciendo que todos canten,

la pobre pasa su vida

y ella, entretanto, rezando

que a los Cielos sea ascendida.


Y por ser niña y no vaca

murió sin decir ni mu.

«Virgencita de mi vida,

yo soy niña como usted»

(que el respeto es el respeto).


Las hordas de productores,

con aviesas intenciones,

se quedaron con las ganas

de grabarle unas canciones.