Así les llamo yo desde aquellas navidades de infausto recuerdo. En esos tiempos, cuando no existía el "merchandising" como lo sufrimos hoy, no sería tan sencillo dar gusto a los niños. Siendo entonces tan bueno, aplicado, obediente y merecedor de cualquier objeto en el mercado, me costaba decidir qué obsequios pedir a sus majestades de Oriente y acabé por solicitar un "traje" de baloncesto del Real Madrid, esmerándome en la caligrafía para asegurarme de que unos señores con vista cansada, por sabios que fuesen (no me constaba que farmacéuticos), entenderían mi letra, de por sí bastante legible. Al despertar la mañana del seis de enero (si es que dormí algo) corrí al salón de casa para buscar mi regalo. La carrera fue corta, porque mi dormitorio estaba separado por una puerta de la habitación en la que los Reyes dejaban sus regalos. Mis hermanas ya estaban abriendo sus paquetes y mi hermano, más remolón, aún se revolvía en la cama. El envoltorio plano no parecía ofrecer dudas sobre el acierto, pero al quitar el papel, que no era de cuando El Corte Inglés firmó el contrato con los magos, mi mundo se vino abajo: la equipación del Madrid de Luyk, Brabender y Vicente Ramos se había convertido en un disfraz... ¡de Daniel Boone! Me lo puse, con su cuerno para la pólvora, sus polainas y su gorro de zorro-conejo (yo llevaba orejas rádar de serie). Al mirarme en el espejo no hubo milagro. Pregunté a mi hermano si el Madrid había fichado a un trampero canadiense durante la última semana, pero él estaba entretenido leyendo las instrucciones del Quimicefa, así que fui a despertar a mis padres, vestido de esa guisa, aguantando las lágrimas. Pese a mi actuación, con sonrisa incluida digna de un óscar (a Bardem se lo dan por poner cara de loco todo el rato y hablar con un gargajo) creo que me notaron el desencanto.
Tras el fiasco de los monarcas (a quienes eufemísticamente llamaban "sabios") no me hice republicano, aunque le faltó el canto de un duro. Y el Quimicefa de mi hermano no tenía instrucciones sobre cómo crear una bomba fétida para recibir el año siguiente a Melchor y sus secuaces como merecían. De escrache ni hablamos.
Pd.- Hace unos pocos años me compré la camiseta del Madrid en El Corte Inglés, por superar el trauma. La tengo guardada en el armario ropero. Tampoco era para tanto...
Pd 2.- Los malpensados que esperaban una crítica cítrica a los Borbones, que lean la prensa, no este inocente blog.
Pd 2.- Los malpensados que esperaban una crítica cítrica a los Borbones, que lean la prensa, no este inocente blog.
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