domingo, 28 de diciembre de 2014

MARCHANDO UNA DE CINE... REGALO EL GUIÓN

Un perro vagabundo,  más listo que el hambre que pasa desde que lo largó una familia desestructurada, se cuela en un laboratorio ultra-secreto ubicado en el desierto de Mojave, o Sonora o Walnut Grove (USA), que tampoco es cosa de revelar los ultra-secretos. Un inexplicable fallo (de esos tan comunes en la filmografía yankee, no sé qué coño hacen los ingenieros ni los censores) en el sistema de seguridad le permite colarse de rondón en la cámara acorazada en la que, justo en ese instante, ya es mala suerte, el acelerador de partículas dispara un chorro de fotones, protones y neutrinos, menuda mezcla, de agárrate que vienen curvas. Pese a que lo normal sería  que hubiera muerto en el acto, su naturaleza perruna, curtida en mil batallas callejeras, a veces por un quítame allá esos huesos, la verdad sea dicha, le salva y recibe la descarga poniéndose verde que, ya se sabe, es el color tradicional del láser y la energía nuclear. Antes de que los técnicos se den cuenta, entretenidos con sus tabletas jugando al Candy Crush, escapa despavorido por si pintan bastos.
En su huida conoce a una perrita con pedigree (o perrigrí) de la que se hace íntimo, aunque ella es reticente a pasar de los lametazos por la diferencia de clases. Manteniendo las distancias, se alojan en una cueva unifamiliar que encuentran en mitad de las Rocosas, que los perros se ponen a andar y no tienen freno.
Una noche, ante la negativa de la perrita a mantener relaciones prematrimoniales, el can se cabrea mucho y la pone verde para, acto seguido (o mejor, ante la ausencia de acto) ponerse verde él mismo. Se ilumina la cueva entera y las estalactitas se funden aunque, patas para qué os quiero, alcanzan la salida de emergencia justo a tiempo de evitar una muerte segura y asaz desagradable.
En su carrera frenética deja frito a todo animal que se le acerca: osos, comadrejas, zorros, castores, coyotes, todos caen fulminados antes de hincarle los dientes, abatidos por el poder sobrenatural que le otorgó la descarga. Por ese motivo, la perrita, que tenía buenos vientos, procura no molestarle y accede a sus deseos poniendo cara de estar enamorada hasta los belfos. Sin embargo, una noche, mientras duermen en una barcaza abandonada en el Mississippi-Missouri, que es más largo que el Mississippi solo, ella aprovecha para tomar las de DiegoVille.
El perro, abatido por el abandono, o abandonado a su abatimiento, se lía a trotar y encuentra una loba esteparia, con los ojos azules, también abandonada por su pareja de hecho, que amamantaba a sus pequeñuelos (la loba, no el cerdo del lobo cobardica) en las estribaciones de los Apalaches, con la que se consuela entre toma y toma.
Sin que lo sospeche, todas las fuerzas del orden del país (¿o del país del orden?) andan tras sus huellas para evitar males mayores, que no incluyen la catástrofe ecológica ni la desaparición de las especies animales, porque los gobiernos están por encima de esas majaderías, y esta no es una peli de Walt Disney, sino una cosa seria de verdad, que se note que se preocupan por salvar el mundo.
La loba con su prole y el perro viven divertidas aventuras: que si ahora reviento una gasolinera porque no me aceptan la  master-can para pagar unas chuches (comida para perros); que si robo una avioneta (los perros verdes tienen esos super-poderes y muchos otros) y me doy un garbeo por las cataratas del Niágara; que si muerdo a un barrendero… Pero todo se tuerce cuando reaparece la perrita con pedigree, que pese a todo le echa de menos después de unos escarceos con no más de noventa canes que le hacen poner las patas en el suelo.
El chucho, preso de las dudas y los protones, se retira a meditar en los fiordos, porque en USA también tienen fiordos, y noruegos si les da la gana. Allí es emboscado por los marines y, tras una lucha sin cuartel en la que el mediador del FBI se ve forzado a tirar de manual para convencer al perro de que deponga las armas que no tiene, es hipnotizado por un mago que estaba de vacaciones y reducido al absurdo.
Este cine de evasión tan divertido me está matando.

PD.- Sobre la loba y la perrita se escribirá una segunda parte, si me aburro otro domingo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Faltan aliens. 7/10

Pucela a Capella dijo...

Para la segunda parte lo tendré en cuenta. Gracias por la sugerencia. ; ))