El grupo de guasap "padelistas" se ha convertido en un recordatorio de que no estamos para partidos, achaques mediante, y solo para cenas apresuradas sin postre, ni café, ni chupitos. En dos horas, resuelta la cita. El miércoles pasado se confabularon los astros y nos juntamos los siete, dos de los cuales no se han puesto el chándal desde que dejaron el colegio, pero se sumaron al grupo una vez que supieron que ya no había partidos. Jose, sin tilde —la RAE debería incluir esa modificación tan al uso, más frecuente que las almóndigas—, después de repasar dolencias de uno y otro, modas modernas como ver series —lo de a doble velocidad para acabar antes me pareció terrible, como de competición adulterada— me confesó que la política, la economía, la salud decreciente y otras desgracias le espantan. También me preguntó si ya no escribo en este blog y, aunque alabó mi estilo —los amigos de verdad te dan una palmadita cuando la necesitas—, me dijo que últimamente me estaba especializando en obituarios. No pude quitarle la razón, pero ya me gustaría no tener que rendir homenaje a amigos que se van. Por él y los muchos otros que siguen en este mundo, aunque en ocasiones parezca que habitan mundos paralelos por mor de la propia vida, he abierto hoy mi cuaderno de bitácora.
Al hilo del tema, le comenté que he pensado en escribir el mío, por si acaso no me da tiempo, para que alguien lo lea en mi funeral y al menos me recuerden con un sentido del humor que, llegado el caso, quizá me abandone ante la inminencia de la partida. Quizá parezca humor negro —hay temporadas para todo—, pero no encuentro mejor manera de despedirme que haciendo el canelo a posteriori.
Bueno, que nadie se alarme: solo tengo dolorcillos articulares, mi colesterol anda bajo los límites, duermo bien sin la CPAP desde que adelgacé, y solo tengo apneas voluntarias las pocas veces que me baño —¿para cuándo un termostato en el Atlántico?—. Vamos, que no espero provocar hilaridad desde el púlpito en breve, pero dejaré guardados unos folios. A ver quién se atreve a leerlos. Si hay lágrimas, que sean de risa.
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