lunes, 20 de julio de 2015

MISCELÁNEA VERANIEGA

Sigo vanamente empeñado en este blog, como si alguien lo esperase. Si creyera que veinte días sin escribir importan a alguien, pediría perdón. Más bien debería hacerlo cada vez que escribo. Pero como se disculpan quienes cuentan lo que quieren, (están en su derecho), tampoco lo haré yo. Igual que se publica de todo, se evita leerlo. Es la ventaja de circular por un mundo "libre" (no sé por qué el autocorrector me sugiere "livre", será por las comillas, lo que me desata una sonrisa, bienvenida sea la falsedad, acaso provocada por algún viaje donde la grafía nos confunde), en el que no piden carnet ni quitan puntos, excepto los que cada uno quiera ponerse o quitarse (dice un seguidor poco fiel y menos atento que me los pongo todos). Como he visto que tengo un grupo de seguidores en China (veleidades estadísticas del blog, que no me creo), les dedicaré un mensaje en su idioma, mandarín o cantonés, vete a saber: 你好 
El verano, el estío, o como se quiera llamar, tiene un algo de estado comatoso. Será por eso que la televisión se aprovecha para emitir más de lo mismo, o peor que lo de siempre, aunque quedemos avisados, verano tras verano. Algún amigo (gallego él) sugiere que el largo brazo del régimen provoca la siesta para evitar que pensemos mientras llegan los torneos de fútbol, ahora que ya no hay toros televisados y, pese al celo de los ganaderos, los de verdad embisten menos y en menos sitios (veremos qué ocurre en mi tierra con el cambio de alcalde y color, más rojo pero no de sangre). Trato de librarme comprando un blister (ampolla, qué ordinariez de traducción) de pilas, por si el mando a distancia no obedece cuando pulso el botón rojo, así no hay excusas.
Tengo más de quinientas fotos de la semana pasada, en las que apenas salgo (el dueño de la cámara, selfies y puñetero palo aparte, no consta, ni falta que hace, que uno ya sabe dónde y con quién ha estado), pero Facebook no merece mis sonrisas de felicidad, impostada para envidia de mis seguidores o amigos, los mismos que comprobaron que mis tortillas reales no eran las que colgué tuneándolas con el fotochof para eliminar lo quemado, mierda de antiadherentes...

Pd.- El barrio rojo de Amsterdam es un casting de Miss Universo. Si tuviera 50 euros en la hucha, entraría en la cabina, por ver si alguna de estas chicas saben algo de Rusia, excepto las rusas, que algo sabrán. Ahora que caigo: en el concurso no se admiten retoques plásticos. Aún no se ha inventado o descubierto el retoque cerebral, que yo sepa. Quizá un ebook en el manillar de la bici mientras hacen spinning ayudaría algo. Con una manzana, claro.
Pd2.- Ahora que me releo, pienso: ¿A qué temperatura se funden las neuronas?

1 comentario:

Carmen dijo...

No te preocupes por la temperatura de fusión de las neuronas. Pocas personas corren ese peligro. Si las misses Universo (las naturales por exigencia del concurso, no las holandesas operadas), que son elegidas por cumplir los requisitos para ser la mujer perfecta, no saben nada de Rusia ni saben opinar de una forma comprensible sobre la igualdad entre hombres y mujeres, poco riesgo corremos las simples mortales. Yo, por si acaso, tomo el sol con sombrero.