viernes, 28 de septiembre de 2012

NOVELILLAS CACHONDAS

Anda revolucionado el mundillo subliterario desde que este verano se puso de moda una novela,  creo que de autora estadounidense, sobre las cuales no me he documentado especialmente (obra y escritora).  Lo poco que sé, de lo menos que he ido captando por comentarios de amigas, es que trata de sexo, oh, ese tabú que en el siglo XXI sigue siéndolo, hasta el punto de sorprender a críticos que afirman que "el género erótico ya tiene su primer best-seller", o que es "única en su género". Aceptaré que sea un best-seller si es sinónimo de libro regularmente escrito, de fácil consumo y mejor digestión (uno ni se entera de que lo ha leído), pero si erótico significa "una sarta de ñoñerías", que venga D.H. Lawrence y lo vea. Lady Chatterley sufriría un ataque de misticismo e ingresaría en una orden religiosa si fuera capaz de tragarse simplemente unas pocas páginas de la trilogía, porque además la autora, imagino que después de algún estudio de mercado con análisis clínicos previos, grupo de control y todo eso, ha colado su obra en tres voluminosos volúmenes firmados con seudónimo, probablemente para evitar la vergüenza, aunque quizá ya no dedique ejemplares con careta y hasta le apetezca ser la heroína de Norteamérica del medio.
Alguno se habrá percatado de que tengo pinta de contradecirme, afirmando que sé poco y habiendo luego explicando bastantes datos. Sobre una mesa de mi salón reposan los dos primeros tomos, uno comprado y el otro prestado, de tan insigne trípode sobre el que se asienta el erotismo de todas las épocas. He ojeado/hojeado algunas de las quinientas sombras y más bien me ha dado la risa, por lo estúpido del argumento y lo infantil del lenguaje. 
Si algún día me atrevo, publicaré lo que llevo años escribiendo. Eso sí, no será en este blog, sino en uno para mayores de cuarenta años.

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