Un día de esos en que Dios andaba aburrido, que suelen ser muchos, porque la eternidad tiene este pequeño inconveniente, decidió, reunido consigo mismo, hacer algo especial, por matar el rato. Y como quería hacerlo verdaderamente especial, pensó en un ser humano, que aunque le daba disgustos más a menudo de lo que jamás hubiera imaginado, siendo como era su creación más perfecta, seguía confiando en él. Dios nunca decía "él o ella", porque Dios está por encima de las imbecilidades de los hombres - mujeres (como quien escribe esto es un hombre, se permite estas imbecilidades). El caso es que después de pensar un rato más que largo, a quién le importa el tiempo cuando se tiene todo por delante, y más aún la capacidad de hacer con el tiempo lo que le diese su real o mejor, divina gana, tomó la decisión firme de crear un ser extraordinario. Pero como para Dios no hay nada gratis, no se tomó la molestia de hacerlo perfecto. En lo que sí se molestó fue en hacer que su alma lo fuera, y para ponerla a prueba, la rodeó de una serie de imperfecciones básicas, de esas que sólo los idiotas tienen en cuenta, tales como "tiene los pechos medianos", "la dentadura es algo desigual" o "el culo blandea". Resulta obvio que, de entre sus dos géneros humanos, escogió a la mujer, que aunque dicen que fue creada después que el hombre, lo cierto, y eso sólo Dios lo sabe (y yo lo intuyo), es que la hizo tras el macho para no incurrir en los defectos de su primera fabricación, pues acostumbrado como llevaba cinco días a hacer monos, perros y bichos en general, le salió un poco animaloide. Y de una costilla, que era de lo poco salvable, le salió una hembra de bandera. Pues con tal molde, Dios fabricó una mujer. Y de las costillas de aquella hizo otras pocas mujeres. Y de las costillas de las mujeres que salieron de la costilla de la primera mujer hizo a unos poquísimos seres excepcionales de los que sentirse orgulloso, porque había días en los que Dios no levantaba cabeza cuando miraba abajo y veía que su magna obra se desmoronaba por momentos.
Total, que para poner a prueba su nueva creación la rodeó de otros seres, personas que necesitaban forzar la bondad de su alma hasta el límite, otro tipo de seres excepcionales con el alma limpia. De vez en cuando, Dios, que será todo lo que sea, pero a veces no hay dios que lo entienda, colocaba en su camino una serie de piedras, no diré chinas, que queda mal hoy en día, sino pedruscos, para que tropezase y se diese un golpe. Pero en la intención última de Dios estaba asegurarse de que seguía siendo el sumo hacedor y de que era capaz de construir seres que rayasen la perfección. Lo de no hacerlos perfectos por fuera no era más que otra de las muestras de que Dios escribe recto con renglones torcidos, y a veces torcido con renglones más que sinuosos, porque Dios es así de... divino.
Sólo Dios sabe lo importantes que son esas pocas mujeres para que el mundo siga teniendo sentido. Bueno: Dios y yo, que conozco a alguna. No digo que yo sea el único que las conoce, pero sí de los privilegiados que las distingue. Porque Dios a veces hace hombres que no le quedan tan mal. Gracias a Dios.
2 comentarios:
Precioso...
¡Pero qué bien escribes! Hala, ya me he hecho seguidora.
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