Hace algunas fechas asistí a un concierto de Pepín Tre, un peculiar artista entradito en años con una mente ágil y surrealista. Después del espectáculo, la organización nos invitó a cenar con el ínclito Pepín, su compañera guitarrista y unos cuantos portillanos (si ese es el patronímico, que no estoy seguro, de los naturales de Portillo).
Al día siguiente me permití escribir un email al artista, que amablemente me contestó apenas unas horas más tarde.
Muy señor mío:
Ayer tuve el placer enorme, casi descomunal, de asistir a su actuación en la noble villa de Portillo, Valladolid, Spain. Tan gratamente satisfecho salí del acto (mientras usted compraba galletas en Aguilar tuvo lugar una orgía de dimensiones inenarrables, a las que según dijo es es poco proclive, no me refiero a las dimensiones, dato que desconozco, sino al evento orgiástico en sí, como dejó bien dicho) que me propuse felicitarlo personalmente. Por desgracia no tuve ocasión, porque salí a galope tendido para cenar en un humilde restaurante. Me pareció ver a una persona que se le asemejaba, pero qué va, era mucho menos lucuaz, "lo cuaz" no fue óbice para que yo prestase oídos (al 5% TAE) a la conversación, de la que no pude extraer conclusión alguna. Tras la cena se acrecentaron mis deseos de felicitarle, fuera usted o su sosias, pero parece ser que la premura del regreso a casa le hizo salir a escape. Sea como fuere, quedé tan impresionado que me he decidido a expresarle mi más sentido pésame por el reciente fallecimiento de Puccini (gran músico y mejor tornero), del que he tenido noticia esta mañana por La Razón (por lo que aún no doy crédito, ni al 5% ni nada).
Recuerdo haberle visto actuar hace más de 20 años (con otra formación, uno vestido de judoka y otro con zapatillas KEDS y acaso un indio peruano o similar) en un local de Madrid, que se llamaba Puerta de Toledo, o algo semejante. Y no ha cambiado usted nada, excepto algunos premolares por incisivos, que tanto monta.
MI más sincera enhorabuena, estimado Sr. Tre o Do, por mor de la crisis. Que se me olvidó pedirle un autógrafo, pero es que me daba vergüenza, incluso habiendo cenado en la misma mesa que usted (la verdad es que no suelo llamar la atención, a menos que se me quite la mordaza).
Atentamente:
R G, Va.
Esta fue su respuesta:
Apreciado y orgiástico amigo, alégrome de su disfrute y de la ocasión de presenciar un acto que todavía algunos y algunas siguen poniendo en tela de juicio y es la merma de locuacidad cuando se degluten alimentos sólidos o liquidos, tal vez por la asunción de la idea, frecuente en nuestra cultura, de que no es correcto hablar con la boca llena. Siempre a su disposicion, quedo de usted atento servidor que estrecha su mano.
Pepín Tre.
Un fin de semana completo aquel.
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