Ayer comencé mi nueva experiencia intrasensorial, llámese sudar para dentro. La cosa consiste en escuchar música como de las cinco de la mañana en un bar de copas, rodeado de bellas mujeres en ropa deportiva y ajustada, que por mor de la transpiración pierden bastante encanto. La diferencia fundamental radica en que, como la ingesta de bebidas espirituosas no es compatible con el ejercicio físico, uno no las encuentra tan deseables y se concentra en seguir los pasos, mambo, pierna, tijera, sentadilla... Por otro lado, todos y todas estamos tan absort@s en lo nuestro que ni nos molestamos en mirarnos. No creo que me dé tiempo a prepararme para la operación bikini (aunque yo soy más de top-less desde pequeñito), y mi barriga seguirá teniendo vida propia, como sacada de una película en 3D pero sin gafas. No obstante, el intento merece la pena, no así las agujetas, que me acompañan como una cohorte de peces rémora repartidos por mi orografía corporal.
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