Hace unos días estuve charlando con Diego, uno de los amigos "raros" que conservo desde mi infancia, cuando cantábamos juntos en el coro del colegio. Entre otras rarezas, habla unos cuantos idiomas, lo que le permite leer obras en versión original, algo que envidio, sin tener que someterse a los traductores ("traduttore, traditore"). Sería injusto echar la culpa a quien bastante hace con poner al alcance de los lectores obras que de otro modo no podríamos disfrutar, ya sea porque están escritas en idiomas extintos, o por la sencilla razón de que casi nadie domina uno que no sea el materno, y la mayoría de las veces ni este.
Desde que un día lo encontré por la calle y le pedí consejo, dejándome guiar por su fino olfato y mejor gusto, para huir de los socorridos recursos de quienes no vamos más allá de los premiados o publicados por editoriales bien conocidas, se convirtió en mi asesor de cabecera. Gracias a él descubrí a Álvaro Mutis, que fue su primera sugerencia y, como acertó de pleno, volví a confiar en su criterio. Después llegaron Stefan Zweig, Clarice Lispector, Joseph Roth, Carson McCullers, Flannery O´Connor, Dorothy Parker, Julio Ramón Ribeyro, Salvador Garmendia y el último, Chester Himes, un escritor de novela negra que pasaría por encima de los suecos cuyos protagonistas se alimentan de café y sandwiches mientras consultan sus ordenadores portátiles, que describen mejor que el propio fabricante.
(Recuerdo el conato de novela, apenas media docena de páginas, que regalé por su cumpleaños a otro de mis "raros", Fernando, cayendo en todos los tópicos que pude, lo cual nos sirvió simplemente para pasar un buen rato, que no es poco).
Sin embargo, el más revelador ha sido el ensayo de C.S. Lewis, "La experiencia de leer". Este norirlandés, más conocido por sus "Crónicas de Narnia", me ha hecho reflexionar sobre algunas cuestiones que, a la larga, definen nuestro gusto o falta de él.
Sería largo y además peligroso resumir este libro, por lo que sugiero a los cuarenta visitantes (tirando de largo) de este blog que se lo compren. Alguno me lo agradecerá. Otros me llamarán de todo.
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