Veo que desde el día uno no he vuelto a escribir, y eso si consideramos escribir lo que hice el día uno. Estaba ganando tiempo para mi previsto siguiente texto (me niego a llamarlo entrada, como sugiere el tutorial del blog). Sin embargo mis delegados allende la provincia no han conseguido el trofeo que les encomendé. No les culpo, cada uno tiene sus quehaceres y lo mío no deja de ser un engorro para sus ratos libres si los hubiere. Sé que antes de que acabe noviembre habrán cumplido mis respectivos encargos, pues son gente noble y de buena familia (la mía, para más señas). Y apenas en un mes volverá la navidad, añorada y temida (por sus vacaciones y por sus connotaciones). De ese asunto prefiero no hablar... por el momento. La cosa iba de lo rápido que pasa el tiempo, de cómo va trillando o pulverizando los proyectos y de qué duro me resulta echar la vista atrás por lo que de frustración supone. La foto... habla por sí sola.
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