Uno no es nada si no se sabe lo que hace, parece decir la sociedad. No hay duda de que nadie compra lo que no conoce o no sabe que existe. Para eso, supongo, se inventó el marketing. Remar contracorriente, ajeno al mercado, se convierte en ejercicio agotador además de poco útil.
El domingo pasado excusé mi cita con el blog, aunque adelanté mi contribución al sábado, más por disciplina que otra cosa. Había otro compromiso al que no podía faltar: la grabación del primer videoclip del Cuarteto Muzikanten. Existe otro anterior que David Ramos montó con secuencias que nosotros mismos grabamos para hacerle un regalo a Germán Díaz y promocionar sus capones Da Capo, esos que criaba en su granja para gloria de los gourmets. El cineasta gallego hizo un trabajo soberbio para firmar nuestra entrada en youtube inaugurando el canal propio.
Tocaba renovar la producción y así fue que el domingo 12 nos pusimos a ello, bajo la batuta de Marco Leonato, a quien se nota la cinefilia desde que hace la primera toma. Si has visto películas con atención no tardas en identificar sus gustos.
La iglesia mozárabe de San Cebrián de Mazote (Valladolid) fue el escenario escogido por diversa motivos: uno es puramente estético. De entre todas las que nos ofrecieron, esta nos pareció más adecuada. Castronuevo de Esgueva, San Martín de Valvení y Aguilar de Campos tendrán su momento, esperamos. El otro tiene que ver con lo afectivo: mi madre nació en San Cebrián y me apetecía contribuir a la promoción de su pueblo, que es el mío.
Durante las seis horas que permanecimos allí, acertó a aparecer el arquitecto encargado de la restauración en 1987, Salvador Mata, que se mostró muy satisfecho de su trabajo. Aunque dijo que no teníamos mucha pinta de mozárabes (bien cierto), me encantó escuchar sus explicaciones sobre la obra. Fue una feliz casualidad.
Seis horas y docenas de tomas más tarde, salimos de la iglesia satisfechos, contentos y ateridos.
Supongo que antes de que acabe el invierno podremos compartir el resultado de la jornada. Ángela Vizcaíno ya ha dejado algunas perlas salidas de su cámara, pero su discreción y respeto hacia Marco impiden que disfrutemos de más fotos.
Gracias a Toño, David y Eugenio por acompañarme en este proyecto, y a Fernando, mi hermano, que colaboró activa y desinteresadamente en esos detalles nimios, como encender más de cien velas, que son parte del trabajo como ayudante de dirección.
También agradecemos a Emilio, nuestro intermediario, y a D. Enrique, el sacerdote, no sólo las facilidades sino el interés mostrado. Esperamos no defraudarlos.
También agradecemos a Emilio, nuestro intermediario, y a D. Enrique, el sacerdote, no sólo las facilidades sino el interés mostrado. Esperamos no defraudarlos.
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