domingo, 17 de octubre de 2021

FELINO POR PARTIDA DOBLE


 

 Dice mi amigo Alfonso, uno que tengo y mantengo desde la preadolescencia (aunque nos veamos poco), que lee las pocas publicaciones que suelo apuntar los domingos en este cuaderno, y que de entre ellas se queda con las que encierran un poco de veneno. «No es que no me gusten las otras —explica—, pero las que traen cicuta en dosis variables te hacen (te haces) más justicia. Eres más tú mismo».

 No recuerdo si se lo habré confesado alguna vez, pero gracias a él soy, en parte —no todo es culpa tuya, querido—, el que soy. Creo que es el primer compañero del cole al que planté cara (hubo uno anterior, pero no era compañero, solo compartía colegio conmigo, y ya le mencioné en alguna entrada, honor que no merece). Andaba yo perdido en aquellos años turbios de acné y dudas, y el bueno de Alfonso era un poco como yo: tocapelotas y cabroncete, del tipo "tienes que espabilar, majo". Vivía cerca de mi casa, en el límite con la zona chunga que era la Plaza Circular, aunque él no se perdió nunca porque tenía, literalmente, a la policía en casa. Éramos de esos amigos que se admiran y envidian a partes iguales (o eso creo), y se dan caña igual que se echan flores, y admiten una y otras. No sé en qué punto nos encontrábamos, pero un día pintaron bastos —más cardos que flores— y salté. Me atreví a retarle con un «a la salida/en el patio te espero» que no auguraba nada bueno para mí, más blando que los caramelos Maski, y me olí la paliza, pero ahí quedaba el farol. Por suerte, se lo pensó y, desde aquel día, me gané su respeto y su amistad sin putadas. Solo me hizo falta copiar a alguien de película de malotes, quitarme la cazadora, poner cara de perro contra gato y gritar como un actor español. Desde aquel día, fumamos juntos en su escalera con su vecino Santi; salimos con amigos y amigas; merendamos en casa del otro (con dos fetiches: mi cuchillo eléctrico y la guitarra de su hermano, una western que yo no sabía si era marca o tipo o forma); compartimos padres y hermanos; y, lo más importante, fuimos fraguando una amistad que aún perdura. 

 Años más tarde, coincidimos tocando con Candeal. Otro amigo común, Toñín, me propuso para un bolo como sustituto eventual del acordeonista. Cuando subimos al mismo escenario en Laguna de Duero (con poco público, unos, conocidos, y otros que estaban sin yo saberlo, y pasarían lustros hasta que salieran de la chistera —perdón por la rima interna—), ni se imagina la ilusión que me hizo. Pensar en Mario, el pianista de verdad, y sentirme el heredero pobre también me complació, aunque un dedo de Garrote vale/sirve más que dos míos. 

 Los caminos se cruzan a veces con caprichosos recovecos, igual que los cabroncetes (no los hijosdeputa, lo que va de un pastor alemán a un lobo) que, lejos de joderle a uno la vida, le señalan un atajo en el que no había pensado. Vienen disfrazados de cualquier cosa: perros, gatos, público o inspector de hacienda o la seguridad social. El día en que olvidé la prudencia que mi padre me aconsejaba —que yo interpretaba como cobardía— y me puse farruco con un tío que llevaba dos felinos en sus apellidos, me cambió la vida. No sé si para mucho mejor, pero el camino que llevaba me hace pensar que a peor no se podía ir. 

 La foto, obra del P. Elías, eterno fotógrafo jesuita a quien Dios tenga en su gloria, retrata el codo de mi amigo cuando ya no era codazo sino apoyo. El señor del bigote, el de la derecha, es Antonio Medina, un ajedrecista que llegó a derrotar (jugando con negras) a Bobby Fischer. Matías García, el canario de las "variasiones, susesiones y permutasiones", con quien Alfonso tiene una cuenta pendiente, nos lo trajo al cole. Aunque solo sea por eso, supongo que el doble felino —león y gato— a quien dedico de corazón esta entrada, le habrá perdonado la afrenta de sacarle por las bravas de una simultánea (no sé si de esa u otra). Hay que perdonar lo malo cuando acarrea algo mucho mejor. 

PS.- Quizá la cicuta disuelta en bondad me haga más justicia, igual que cuidar menos la forma que el fondo (al menos en este blog dominical y apresurado).